Recibí un video donde Ricardo Nieves expresa que ha perdido la fe en los partidos políticos, y que las cosas que suceden en la República Dominicana solo se resuelven con una revolución donde el pueblo se empodere. En mi artículo anterior escribí sobre mi falta de fe en los partidos políticos. Es que en realidad nos estamos auto aniquilando con el sistema político que hemos estado promoviendo por años.
Entiendo que cuando Ricardo Nieves expresó que aquí hace falta una revolución, lo expresó como una señal de impotencia frente a las acciones descaradas y sin alma que suceden en la política ejercitada por el Estado dominicano. Y de hecho, yo me sumo a su sentir; y así como yo, existen miles de hombres y mujeres cargando la misma frustración y falta de fe en los partidos políticos. Hemos dejado de creer en los partidos tradicionales. Entendemos que no hay opciones, votamos cada cuatro años para castigar y no para transformar, celebramos las elecciones y parece que estamos en un carnaval donde el fin último es el hedonismo y la liberación de catarsis. Es un culto a la nada, para nada, y que solo nos lleva a la pobreza y a la inseguridad social.
Cuando Ricardo Nieves expresó ese sentir tan puro y cristalizado, lo que quiso decir es que los cambios en la sociedad dominicana no van a suceder con los actuales líderes políticos que están al frente de todos esos tradicionales, oxidados y gastadas herramientas mal llamadas, instrumentos democráticos. La clase empresarial y la clase media es la llamada de tomar el toro por los cuernos. Los cambios se engendran desde las clases sociales más dominantes. Entonces los empresarios y la pequeña clase media que queda, deben cuestionarse en qué tipo de país quieren vivir.
La justificada hipérbole de Ricardo Nieves sobre crear una revolución es justa y sabia. Entendiendo el nivel del pensamiento sociológico de Nieves y su nivel intelectual, me atrevo a decir que su llamado es más que tomar las armas, su grito de alerta apela a una revolución socio económica, cultural y ética, a un cambio de paradigma, donde el poder se le traspase a un pueblo (empoderamiento) organizado y con un norte bien claro. Ahora bien, esto no sucederá solo con oraciones y mucho menos con simposios que solo generan un onanismo social que alimenta nuestro ego. ¡No!, se necesita una acción radical, un líder no mesiánico, ese líder o guía debe estar muy consciente de los peligros y desafíos; claro, debe ser alguien fuera de lo común. El pueblo dominicano debe adueñarse de su destino. Debemos rehacer y diseñar el país que deseamos y dejarnos de tanto masoquismo. Esto también es revolución.
Debemos levantarnos y crear esa revolución con propósitos claros. Esto es adueñarnos de nuestro destino. Otra forma de decirlo es generar un empoderamiento, y esto implica dar a alguien autoridad, capacidad para influenciar, proveerle de conocimiento para hacer las cosas correctamente. Podemos hacer la revolución, la perestroika o la metanoia, como se llame, no importa. Hay hombres y mujeres esperando. Juntémonos con los pies en la tierra y el corazón en Dios, fuera de un contexto tóxico y egoísta; y así, esperando con fe los cambios sustanciales que levantarán la dignidad de cada familia dominicana.