Rice aborda la nave de la era de Clinton

Rice aborda la nave de la era de Clinton

Apenas horas antes de que la secretaria de Estado Condoleezza Rice abordara su avión hace nueve días para volar a la ribera del Nilo para conversaciones de paz para Medio Oriente, un reportero le preguntó si estaba preparada para hacer avanzar sus propias propuestas ante los israelíes y los palestinos sobre el atrincherado «estatus final» de lo que algunos en privado llaman el enfoque «Cualquier Cosa Salvo Clinton». Eso significaba mada de enviados especiales a Medio Oriente, ni presionar a los israelíes para hacer algo que no querían hacer — particularmente no presionarlos para discutir los asuntos del estatus final — y no imponer ideas estadounidenses al problema palestino-israelí.

Para ser justos, el enfoque de Clinton para solucionar el problema de Medio Oriente fue bastante similar al enfoque de diplomacia de viajes frecuentes del ex presidente George Bush, con James A. Baker III yendo y viniendo como secretario de estado, o el ex Presidente Richard M. Nixon, para quien Henry Kissinger hizo los viajes frecuentes. Pero cuando el actual gobierno Bush asumió el poder en 2001, sus funcionarios se esforzaron por distinguirse de sus predecesores inmediatos. Una de las primeras cosas que hizo Bush fue deshacerse de los enviados especiales al Medio Oriente del Departamento de Estado.

«Quiere dar poder a las oficinas en el Departamento de Estado», explicó Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca en ese entonces. Unos días después, Fleischer llegó más lejos clavando una estaca en el corazón del enfoque de Clinton, que había incluido una ambiciosa pero infructuosa campaña de último minuto para forjar una paz palestino-israelí en 2000.

«Es importante ser cuidadoso en la región, avanzar hacia una paz que sea alcanzable y realizable, y no elevar demasiado y falsamente las expectativas de la gente tratando de lograr algo que en lo que las partes no pueden ponerse de acuerdo», dijo Fleischer. «El fracaso para llegar a ese nivel creó expectativas incumplidas en la región y eso resultó en violencia». (Fleischer rápidamente expresó arrepentimiento y absolvió a Clinton de responsabilidad por la segunda intifada palestina.)

Pero funcionarios del gobierno de George W. Bush mantuvieron su política de no intervención. Hasta ahora.

Rice regresó de Medio Oriente el martes después de tres días intensos de diplomacia de transbordador que en gran medida giró en torno de tratar de lograr que Israel acepte permitir que las negociaciones de paz con los palestinos incluyan los tres grandes asuntos del estatus final: el destino de Jerusalén, las fronteras de un estado palestino y qué hacer sobre los refugiados palestinos que huyeron de, o fueron forzados a abandonar, sus casas en Israel.

No consiguió la aceptación de Israel, pero por primera vez en seis años, surgieron signos de un gobierno estadounidense que evidentemente presiona a Israel hacia negociaciones de paz. Más allá del asunto palestino-israelí, Rice ha adoptado las maniobras de sus predecesores en Corea del Norte. En febrero, exitosamente presionó a Bush para que aprobara un acuerdo nuclear en el cual Corea del Norte cerraría su principal reactor nuclear a cambio de alimentos y combustible; los conservadores, incluso dentro del gobierno estadounidense, se quejaron de que el acuerdo no era mejor, y quizá era peor, que el firmado por Clinton en 1994.

Hay dos posibles explicaciones para la nueva diplomacia. La priemra es que en el fondo Rice siempre ha sostenido la opinión expresada por su ex asesor legal, Philip D. Zelikow, de que el progreso en la disputa palestino-israelí era un «sine qua non» para lograr que los árabes moderados cooperen con el gobierno sobre las cosas que le interesan a Estados Unidos.

Antes de aceptar el puesto de secretaria de Estado, Rice presionó a Bush para decir que hablaba en serio sobre impulsar una solución de dos estados, según «State of Denial» de Bob Woodward. Esta opinión sostiene que Rice simplemente está siendo ella misma: Pensó en secreto de esta forma todo el tiempo, y ahora que la mayoría de los belicosos conservadores han dejado el gobierno, puede hacer lo que quiere; especialmente ya que está en el Departamento de Estado ahora, en vez de en la Casa Blanca.

«Hay algunos que afirman que ella simplemente se contagió con el virus del Departamento de Estado», dijo David Makovsky, un analista sobre Israel aquí. «Pero eso es demasiado conveniente; pienso que siempre ha creído en esto».

La segunda explicación es que los reveses de la estrategia del gobierno en Irak y Corea del Norte, combinados con la pérdida del Congreso ante los demócratas en noviembre pasado, han obligado a Bush y Rice a poner la reversa. «No tienen opción», dijo Gary Samore, vicepresidente del Consejo sobre Relaciones Exteriores que ayudó a negociar el acuerdo de 1994 del gobierno de Clinton con Corea del Norte. «Intentaron un nuevo enfoque, el cual fracasó, así que ahora están intentando algo diferente».

Rice argumenta que una nueva oportunidad de alcanzar un acuerdo entre los árabes e israelíes ha surgido debido al creciente temor en el mundo árabe sunita de un Irán influyente armado con un arma nuclear. Es un giro en la teoría de el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pero el cual funcionarios del gobierno esperan conduzca a una alianza árabe-israelí histórica.

Aaron David Miller, experto del Centro Woodrow Wilson, refuta toda la tesis de que Rice se ha convertido en Bill Clinton. «En lo que se está conviertiendo es en Colin Powell», dijo, refiriéndose al ex secretario de estado cuyas alas fueron cortadas por la Casa Blanca de Bush cuando trató de impulsar un esfuerzo de paz más vigoroso. Miller trabajó para Powell en el Departamento de Estado como asesor de Medio Oriente.

«Lo que encuentro demasiado intrigante tras trabajar para Powell por dos años es que esto es lo que nosotros estábamos tratando de hacer», dijo Miller, y añadió que la Casa Blanca «luchó a cada paso para mantener los asuntos del estatus permenente fuera de la estrategia». Rice, dijo, «no puede convertirse en el gobierno de Clinton porque no tiene un presidente que esté dispuesto a hacer lo que él hizo».

Clinton apostó su reputación personal, con ocho años de atención detallada al asunto árabe-israelí que incluyeron maniobrar físciamente para que un renuente primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, estrechara la mano de Yasser Arafat en el Jardín Sur de la Casa Blanca el 13 de septiembre de 1993. Después de que Rabin fue asesinado, Clinton presionó y aguijoneó a Benjamin Netanyahu para que continuara las negociaciones de paz, en las Plataciones del Río Wye. En sus últimos días en el puesto, tuvo angustiosas conversaciones con Arafat en las cuales exhortó al líder palestino a aceptar el acuerdo ofrecido por Ehud Barak.

Muchos analistas de Medio Oriente dicen que las acciones de Clinton eran algo que sólo un presidente podía hacer. Sigue siendo poco claro si Rice ha convencido a Bush de gastar su propia energía en el proceso. Funcionarios del Departamento de Estado se sintieron alentados cuando Bush dijo antes del viaje de Rice que la paz en Medio Oriente «es una prioridad para este gobierno». Pero si Rice gana impulso en sus esfuerzos, tendrá que lograr que Bush se involucre más personalmente, dicen analistas.

Por supuesto, Clinton inició con una enorme ventaja: los acuerdos de Oslo, que los palestinos e israelíes hicieron solos, con poca participación de Estados Unidos. Bush, por el contrario, inició con una desventaja: el colapso del plan de Clinton y la intifada palestina hicieron difícil relanzar conversaciones para una paz duradera. Aun ahora, las relaciones palestino-israelíes están cargadas de tensión y desconfianza. Así que Rice tiene una montaña más alta que ascender.

Pero Makovsky del Instituto Washington señaló que, pese a todos sus esfuerzos, Clinton no tuvo éxito en alcanzar un acuerdo de paz. Y Rice, dice, aún tiene tiempo para superarlo.

«Tras aprender de lo que Clinton experimentó, puede poner la pieza faltante del rompecabezas», dijo. «Esta historia pudiera tener un final diferente».

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