MADRID, (EFE) .- Como los polos opuestos del “Blanco y negro”, que da nombre a su gira, el artista puertorriqueño Ricky Martin llevó el sábado al público de Madrid a un viaje por temas de toda su carrera en los que la espiritualidad de “Somos la semilla” se mezcló perfectamente con “La copa de la vida” o “Jaleo”.

Con paso lento y una tranquilidad interior de la que presumió durante el concierto y que reflejaba su rostro, apareció el cantante en el Palacio de los Deportes, en medio del símbolo de la paz que adornaba el suelo del escenario.

Entre el griterío de sus seguidores, comenzaron los primeros compases de “Pégate” acompañados de nueve bailarines que fueron parte fundamental arropando a Martin, durante un espectáculo muy completo en el que la escenografía se acoplaba a cada tema.

Eran los primeros momentos y el público ya estaba en pie bailando el pegadizo “por arriba, por abajo”, en el que el artista se sumó a la coreografía de sus bailarines.

Después, al ritmo de tambores tribales pasó al tema “This is good”, donde se deslizó por las bandas transportadoras que había en las dos pasarelas que prolongaban el escenario, y por donde desapareció el cantante.