Rico Congreso, pobre pueblo

Rico Congreso, pobre pueblo

El Congreso de la República Dominicana está integrado por damas y caballeros que, con raras excepciones, no tiene ideas de porqué quieren ir al Senado o a la Cámara de Diputados; su ejercicio es una evidente demostración del pobre aporte que en materia legislativa e institucional le hacen a la patria.

Los congresistas ignoran o aparentan no saber los graves problemas que gravitan en la sociedad dominicana; sólo basta un vistazo para ver qué tan lejos están de los mismos en materia energética, no tienen un concepto claro de la magnitud de la crisis; se puede decir que su papel es extremadamente pobre, nadie escucha a uno solo hablar de tarifas eléctricas, y mucho menos de los irritantes apagones, pero tampoco de la profundidad del hoyo que por mucho dinero que le metan, parece no surtir ningún efecto que le diga al pueblo dominicano que en ese renglón se está avanzando.

Para que tengamos una idea clara de la debilidad de nuestro poder legislativo, solamente revisemos las atribuciones que le confiere el Artículo 93 de la Constitución dominicana a los congresistas, a vuelo de pájaro, nos daremos cuenta que en sentido práctico el referido artículo se puede considerar como letra muerta.

Primero: Aquí todos los días se producen enajenaciones del patrimonio nacional, nuestros bosques son talados criminalmente, los ríos disminuyen días tras días su caudal por el abuso que a diario se comete, sacando arena sin ningún tipo de contemplación, lo que dista mucho del papel que debe desempeñar un verdadero congresista, por lo que es penoso que estos hombres y mujeres investidos con el poder popular, callen de manera sospechosa.

Es patético lo que pasó en Monte Plata con la cementera, con Bahía de las Águilas, con la Barrick Gold, y mientras el pueblo llano lucha y defiende su patrimonio, estas voces millonarias en privilegios se hacen los de la vista gorda y olvidan o aparentan olvidar cuál es su verdadero rol como congresistas.

En materia de impuestos es en donde demuestran su mayor desprecio a los contribuyentes; no hay uno solo que se exprese sobre el sacrificio que hace la gente para cumplir con sus obligaciones.

Si hablamos de préstamos, es vergonzoso; levantan la mano, desconociendo lo fundamental, no saben por qué lo hacen, para qué lo hacen, los plazos, los intereses a pagar, y actúan como si nada les importara, sus mentes están en otras cosas.

En términos de deuda pública y externa ignoran todo lo concerniente, y su gran mayoría no le explica a su comunidad en qué consiste, cuál es su implicación, en qué se diferencian los términos y sobre todo cuál es el costo que en términos sociales generan estos empréstitos.

Sobre migración, a pesar de que somos un país fronterizo, no se preocupan por ese grave problema que es una amenaza permanente en contra de la dominicanidad, y a pesar de eso no hacen nada y nada aportan, y cómo nuestros campos están llenos de inmigrantes ilegales y nada aportan. Deberían preocuparse por la salud de su gente, los impuestos que pagan, qué se hace con los mismos, cómo está repartido el presupuesto, cómo anda en calidad el agua de consumo humano, cuál es el nivel de educación que se recibe; cuál es el déficit habitacional, cuántas madres solteras hay, cómo viven nuestros ancianos, cuántos discapacitados hay, cómo andan los intereses para los productores. En realidad, estas son cosas que a la mayoría de los congresistas no les importa. Obviamente, que a falta de estas iniciativas, sacas otras como la vergonzosa e inmerecida aprobación de un alza salarial, sin ni siquiera haber dado un solo golpe; es por eso que se llaman ricos congresistas, es por eso que yo digo pobre pueblo.

Una sociedad que vive bajo una borrachera pública de prostitución callejera, de espectáculos pornográficos y de narcos millonarios, y con un Congreso ciego, sordo y mudo, que sólo usa su mano para levantarla en provecho propio, sin tomar en cuenta la difícil situación de la familia, puede destruir la sociedad.

La desorganización social se presenta cuando la estructura política de una comunidad no puede implantar y expresar los valores de sus propios habitantes. Rico Congreso, pobre pueblo.

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