Ricos y pobres que hacen frontera

Ricos y pobres que hacen frontera

POR GERMAN MARTE
Veinte centímetros, justo el ancho de un bloque de cemento, es la distancia que separa a los hijos de los ricos del sector La Julia de los pobres de El Manguito. Viven patio con patio, respiran el mismo aire y sin embargo sus realidades tan sumamente disímiles que entre unos y otros hay todo un abismo para las oportunidades.

De un lado, los niños del colegio The Americas Bicultural School con transporte, un sistema de circuito cerrado para garantizar la seguridad de los infantes, modernas instalaciones, incluida una cancha techada donde los alumnos se ejercitan sin que les moleste el sol, profesores bien remunerados, agentes de seguridad y todo el confort que puede proporcionar la abundancia de recursos. Al frente del edificio flotan orgullosas las banderas dominicana y canadiense.

Y como en otro mundo, al otro lado de la pared, los alumnos de la Casa Infantil El Manguito que funciona en un local casi adherido a la cancha del barrio, todos en una misma aula, con poca ventilación, sin agua corriente para el servicio sanitario porque le robaron el tinaco que usaban de reserva en el techo del edificio, unas pocas sillitas rotas y una profesora a la que la Secretaría de Educación se niega a pagarle un salario de RD$3,000 por mes. 

Pero aquí apenas hay 40 niños de tres a cinco años. Los más grandes tienen que ir a la escuela Santa Teresa en las inmediaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), porque en este barrio nadie se atreve a preguntar cuánto paga la mensualidad el colegio de al lado.

Mientras barre el local, Faustina Emeregildo Díaz, la única profesora de la Casa Infantil, explica que tiene tres años dando clases y aunque las nuevas autoridades le suspendieron el pago «hasta que investiguen», se niega a despachar a los niños para sus casas porque está consciente de que sería peor. Además, expresa con una sonrisa, «algún día tendrán que pagarme».

Esta es tan sólo una expresión de la realidad que se vive en muchos sectores de Santo Domingo, donde lado a lado, cada cual en «su mundo», conviven ricos y pobres.

El sector La Julia se conoce por sus amplias calles con su abundante arboleda, y hermosas residencias con amplios jardines. El Manguito, en cambio, se caracteriza por el hacinamiento y se distingue, además, por el hedor que desprende «El Hoyo de Pantaleón» donde confluyen todas las aguas negras del barrio y hace que abunden los mosquitos.

Pero no hay resentimiento entre las partes. Al contrario. La convivencia entre ambas comunidades es muy buena, al decir de los moradores de El Manguito.

Más bien en El Manguito se sienten privilegiados de vivir en ese lugar, por las ventajas que según ellos se derivan de su ubicación al lado de los ricos.

El sector El Manguito, en el que viven cerca de mil familias, está ubicado «en la parte trasera» de La Julia, entre las avenidas Abraham Lincoln, Winston Churchill, Sarasota y José Contreras. Es como si estuviera atrapado en medio de la gran cuadra bordeado, al menos por tres lados, de lujosas residencias, negocios importantes y próximo a grandes plazas comerciales donde algunos de sus muchachos logran conseguir un empleo.

«Uno se siente bien, porque este es un barrio tranquilo», expresa Daneyris Santana, propietaria de un ventorrillo.

Aunque tiene años viviendo en El Manguito, Santana no conoce a nadie en La Julia, «son gente que están en su lado y yo en el mío». Igual dijeron varias de sus vecinas

Contrario a otros barrios pobres enclavados en sectores de ricos, como La Yuca del Naco, en El Manguito no se benefician de servicios como la recogida de basura, al menos en los últimos tiempos.

«El camión de la basura no viene. Antes venía hasta dos veces a la semana, pero últimamente no viene», dijo Marisol Almonte.

Pero aún a este problema les han buscado solución. De retirar la basura del frente de las viviendas vive Danny Ramírez, quien dijo que gana hasta RD$150 por día con ese oficio.

Las calles de La Julia destacan por su amplitud y limpieza, pero esas mismas calles se estrechan tanto al penetrar a El Manguito que en muchas partes desaparecen las aceras.

EL DESAGÜE

Pero el gran dolor de cabeza de la comunidad de El Manguito es la falta de un drenaje para las aguas negras, a pesar de que la CAASD hizo un trabajo hace ya más de un año.

Las aguas pestilentes corren por el contén y va a parar al «Hoyo de Pantaleón, el sitio más jediondo del mundo». El mal olor que de allí sale se esparce por el barrio, cuyos residentes ya no saben qué hacer para librarse de él.

Por eso muchos residentes del barrio, como Nerolys Valdez,  piden a las autoridades que acudan en su ayuda para resolver el problema del desagüe. Añadió que la cantidad de mosquitos es una amenaza sobre todo para los niños del sector.

El otro gran problema del sector es el desorden que hay con los alambres de la electricidad, como se puede ver en la calle Elila Mena, la principal del barrio. Cada quien ha hecho su propia conexión, lo que crea una maraña de alambres y algunos temen que podría provocar un cortocircuito y una desgracia en cualquier momento.

Además, los apagones castigan a los que viven en El Manguito, quienes a diferencias de sus vecinos de La Julia no tienen inversores y menos plantas de emergencia.

Pese a ello doña Elena Ortiz dice que vivir allí representa una gran ventaja porque tienen todo cerca, además no existe la delincuencia que entienden hay en otros barrios pobres.

Además, dijo, en El Manguito no hay problemas con el agua potable y esto ya es un privilegio.

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