Riego excesivo ocasiona pérdida de agua y suelos

Riego excesivo ocasiona pérdida de agua y suelos

Treinta y cinco presas aprisionan caudales de los ríos para que no escapen al mar. Un gran aporte, pero además de la enorme pérdida de agua, el uso inadecuado del riego genera erosión, salinización y empantanamiento de los suelos, por la inveterada práctica de utilizar un volumen mayor al requerido.

¡Un derroche! Y por demás dañino, con nefastos efectos económicos, ecológicos y sanitarios, mientras vastas zonas agrícolas permanecen sedientas.

Con una cantidad superior a la que el surco soporta, el agua desprende la capa vegetal, la más fértil, lava los nutrientes, deja el terreno improductivo. El excedente arrastra los agroquímicos, contamina, reduce el rendimiento agrícola. Al empantanarse, atrofia las plantas, proliferan plagas y malas yerbas.

Las aguas estancadas tienen grave repercusión sanitaria. Provocan enfermedades, la proliferación de mosquitos y recurrencia de brotes de dengue, que en 2013 dejó un saldo de más de cien personas fallecidas y sobre 15,500 afectadas.

Inoperancia. La irrigación de zonas agrícolas y ganaderas muestra una creciente demanda, insatisfecha por la inoperancia de los sistemas de riego, con una eficiencia de 25 a 35%, muy inferior al nivel aceptable de 50%.

No toda el agua represada está siempre disponible en términos de calidad y oportunidad, debido a la erosión, polución y factores climáticos estacionales que limitan su óptimo aprovechamiento.

De alrededor de 20,000 millones de metros cúbicos de agua que corren por los ríos, las presas conservan unos 2,200 millones de m3, destinados a consumo humano, riego y electricidad.

Su capacidad de almacenamiento, reducido por la sedimentación en más del 20%, es insuficiente para enfrentar una sequía extrema. Equivale al 22.9% de la demanda nacional de agua, con el agravante de que en ausencia prolongada de lluvias baja el caudal de los ríos y el nivel de los embalses de las presas, afectadas por la falta de mantenimiento.

En fin, no se dispone de agua segura en la proporción necesaria, y la amenaza es mayor por los efectos del calentamiento global.

Los daños serían más graves en suelos áridos, en el 34% de los terrenos con distinto grado de desertificación, las zonas áridas y semi-áridas, donde la sequía se refleja con gran escasez de agua y erosión, generando mayor pobreza.

No obstante, las cuencas de las presas, 6,599.40 kilómetros cuadrados, no tienen la debida protección. Del total, 1,530 km2 son parques nacionales y el resto está deforestada.

Limitantes. Un mejor aprovechamiento del agua permitiría ampliar el área bajo riego, unos 4,300,000 tareas. Pero, en alta proporción, las presas incumplen su cometido.

Además de embalses sedimentados, lo impide el deterioro de la infraestructura, inadecuada aplicación de técnicas de riego y deterioro en el manejo y conservación de cuencas altas y medias.

Tal situación afecta la disponibilidad del agua regulada, arriesga la viabilidad de nuevos aprovechamientos para atender la creciente demanda.

Del volumen destinado a la agropecuaria, gran cantidad se desperdicia, aun en zonas de alta tradición en riego, como la cuenca del Yaque del Norte.

Influyen la falta de educación del usuario, precario servicio de extensión, deterioro de la infraestructura y deficiencias en los planes y normas operativas, lo que se trata de mejorar a través de las Juntas de Regantes.

Muchos regantes no dominan la tecnología, precaria en nivelación del terreno, determinación de la lámina o espesor del agua, dosis adecuadas al cultivo, caudales no erosivos, longitud de los surcos, trazado y grado de las pendientes.

Almacenamiento. La disponibilidad de riego se contrae al reducirse la capacidad de almacenamiento de las presas, que reciben toneladas de tierra desde cuencas con suelos frágiles.

La cuenca del Yaque del Norte posee la mayor red de irrigación, una infraestructura para suplir los distritos de riego del Alto y Bajo Yaque, lo que se contrae por la sedimentación de las presas de Tavera y Bao.

Muy afectados están por igual los embalses de Valdesia y Sabana Yegua, en la que midieron cerca 40% de sedimentación. Sedimentada está también la presa de Sabaneta y otras sin efectivos programas de protección y manejo de cuencas.

Salinización. El riego excesivo saliniza los suelos, principalmente en zonas arroceras, donde irrigan anegando el terreno.

La mayor parte del agua no se evapora, se convierte en recarga de acuíferos subterráneos, los contamina, eleva el nivel freático y surgen problemas de drenaje.

Muchos sistemas de irrigación carecen de un adecuado drenaje que permita evacuar los excedentes de agua e impedir la salinidad. Muchos terrenos productivos se han degradado por el alto contenido de sales en el agua o la presencia de éstas en el suelo.

El agua entra en contacto con los sedimentos de origen terrestre y marino que conforman algunos valles. Disuelve las sales contenidas y las transporta a la superficie del suelo, donde a su vez son lavadas por el agua de riego y conducidas a los drenajes, arrastrando plaguicidas y pesticidas.

informe

Cultivo de cebolla con excesivo riego, como en arroz y otros rubros.

 Generación hidroeléctrica depende de protección de las fuentes de agua

La generación de energía eléctrica con fuerza hidráulica está a expensas de la protección de los ríos que suplen las 25 centrales hidroeléctricas del país, las cuales generan unos 1,400 megavatios hora (GMH).

Se abastecen de afluentes que es preciso rescatar: Yaque del Sur, San Juan, Las Cuevas Las Damas, Nizao, Mahoma y Mahomita, Mao, Yaque del Norte, Bao, Jimenoa. Yuna, Tireo, Blanco, Boba y Jima, entre otros.

La capacidad instalada sobrepasa los 500 megavatios, encontrándose las del río Nizao, Higüey Aguacate, Valdesia y el contraembalse Las Barías entre las que más producen.

El mayor aporte es del Nizao, con 205 megavarios, el 40%.
Sobre la hidroeléctricidad repercuten los problemas que afectan las fuentes de agua, provocando conflictos entre la destinada a la generación eléctrica y la de riego, al descender el nivel de los embalses.

La infraestructura hidráulica hace un valioso aporte al desarrollo en la producción agrícola, acueductos, electricidad y control de inundaciones. Mas, el impacto ecológico de las presas en sus zonas de influencia ha sido bastante alto, sobre todo al ser ejecutada la mayoría sin estudios de impacto ambiental.
El principal impacto proviene del desequilibrio creado con un manto de agua que, al ser almacenado, provoca niveles de evaporación mucho más elevados que los que se producen cuando el río discurre normalmente.

Las presas son muros de contención que limitan o impiden el movimiento de las especies acuáticas, responsables del equilibrio ecológico de los ecosistemas fluviales. Por su gran valor deben ser aprovechadas, reduciendo al mínimo el daño ecológico.

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