Riesgos de la cotidianidad

Riesgos de la cotidianidad

En el coloquio del dominicano promedio suele surgir la nostalgia por los tiempos en que su ciudad le parecía más segura y no se inhibía de desafiar las sombras de la noche saliendo de casa con menos temor al azote de la delincuencia. El «Indice Global de Paz», auspiciado por un instituto internacional, aporta el dato de que el 67% de los habitantes locales teme caminar por la zona donde vive después que el sol se acuesta y si lo hace toma precauciones extremas. Para colmo, solo dos países de la región son de más angustia: Venezuela y El Salvador, que alarman al mundo con su deterioro de seguridad y convivencia.

Antes de irse extinguiendo la confianza, en los entornos de cada quien creció la desconfianza en instituciones que deben evitar que el miedo cierre puertas e inmovilice al común de la gente con: servicios policiales suficientes en personal, equipos, movilidad y profesionalidad; y un sistema judicial que con sus hechos le diga sin cesar al ciudadano que el mayor temor en la colectividad ha pasado a ser el que sienten los delincuentes conscientes ahora de que sus actos siempre son investigados hasta obtener resultados y que de ellos están realmente llenas las cárceles. Que las incalificables reincidencias de que se tiene fe ya no resultan de ligerezas que facilitan escapar de sanciones. Más empleos, más educación y menos disfunciones sociales tendrían también efectos preventivos.

Una excelente recomendación

La psicóloga Wendy Alba, directora de un programa de medicina comunitaria, ha propuesto que la salud mental esté incluida en los servicios de atención primaria para llevar hasta el pueblo llano los auxilios de la rama de la medicina que maneja problemas de conducta. La violencia y conflictos de género de alta incidencia deben prevenirse con orientaciones in situ a quienes tienden a perder control de sus actos. Matan y luego se arrepienten o siguen ciegamente hacia su propia destrucción.

La apertura de consultorios a nivel popular para tratar el estrés y el alcoholismo que crecen en ambientes urbanos con graves secuelas, sería una opción de cercanía para personas que, por de pronto, llegarían a saber que hay puertas que pueden tocar si quieren salir de las tinieblas que les hacen estallar contra su propia gente.

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