¡Riesgos visibles! Lo que puede esperar un país tras arribar al límite de crecimiento

¡Riesgos visibles! Lo que puede esperar un país tras arribar al límite de crecimiento

Con esto de que la economía nacional cobra tamaño como espagueti en paila de agua caliente hay que tener cuidado por estar ahí, acechando, los bemoles de que sin la favorable compañía de una similar expansión del desarrollo que haga al país más productivo y de más empleos de calidad, persistiría una tremenda vulnerabilidad a la inflación. Esta que haría que a cualquier resbalón más de un 40% de la población de ingresos medios retorne a la pobreza plena. ¿Para qué diablos hacerse grande si te condenas al estancamiento para siempre jamás?

Tras dos decenios de crecientes volúmenes en obtención de bienes y servicios, pasando de un 2.5% en el 2003 a un 5.1% de PBI en este 2024, permanece la necesidad así expuesta por el Banco Mundial de un mejor acceso a consumos básicos de calidad con atenciones para la colectividad que resultan poco satisfactorias en materia de educación, salud, agua y electricidad.

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Los proyectos reformadores tienen sacudido al país porque ostensiblemente superan la capacidad de digerirlas en los santiamenes con que sueña el presidente Luis Abinader que se manifiesta en la sociedad en general, en grupos de intereses y en trincheras partidarias y legislativas.

Reordenamientos que no parecerían suficientes para los retos de fortalecer las reservas fiscales, el capital humano, la competitividad, la innovación con adopción de tecnologías verdes, eficiencia en el gasto público y resiliencia frente a eventos climáticos. Paquete que contiene las recomendaciones de organismos internacionales muy especializados sin cuyas pautas países de déficits desarrollistas no sacarían los pies del hoyo.

Elogios ha merecido el país, puesto como referente por un crecimiento que triplicó el promedio de América Latina en los últimos dos decenios y por sacar de la pobreza a más de dos millones de personas. Sin embargo se trata de una historia de luces y sombras al criterio de Alejandro de la Fuente (Harvard University) aplicado a seguimientos a la economía latinoamericana a la que ve desafiada por viejas estructuras reinantes incluyendo a República Dominicana a pesar de su crecimiento.

Con su lupa vio que el ingreso de los más pobres de esta tierra quisqueyana debe ser mejorado porque aunque el sector de servicios genera empleos “la productividad se mantuvo estacada por muchos años en el pasado y se mantiene baja. Existe un desfase entre las habilidades y conocimientos que se enseñan en las escuelas y universidades y las que demandan las empresas, además de que las mujeres se encuentran demasiado representadas en empleos informales de bajos ingresos”.

LA FÓRMULA VEGA

Del déficit de productividad que todavía persiste a partir de lo indicado últimamente por el Banco Mundial advirtió mucho antes el exgobernador del Banco Central, Bernardo Vega, reclamando para el país un proceso de optimización productiva e industrial para enfrentar “la política proteccionista de muchos países desarrollados. Además de que, a medida que aumenta el ingreso nacional, hay una tendencia a suplir una proporción cada vez menor de dicho ingreso para bienes alimenticios”.

Vega veía venir lo que efectivamente ha estado ocurriendo: ha existido un “deterioro en los términos de intercambio que tienden a favorecer a los países industrializados y por ende a desfavorecer a las naciones productoras de bienes primarios” como la República Dominicana.

Poniendo la tapa al pomo con observaciones actualizadas, la presidenta ejecutiva del grupo SID (Sociedad Industrial Dominicana), Ligia Bonetti, acaba de afirmar en artículo del Listín Diario que en este país ha seguido faltando una estrategia clara para el crecimiento de los sectores productivos, señalando la importancia de la competitividad y la innovación como motores para el desarrollo sostenible. Con dureza verbal, la señora Bonetti ha dicho que “en este escenario casi surrealista la competitividad parece un lujo innecesario, una idea anticuada para los gobernantes que, evidentemente, han descubierto el secreto del desarrollo espontáneo: hacer que la economía florezca a golpe de improvisación”.

MOTIVOS SOBRAN

El economista Isidro Santana, que fue ministro de Planificación. Observó en su momento la extraña condición de República Dominicana de ser un país subdesarrollado que solo crecía hacia dentro, con una tasa de crecimiento de las exportaciones de tasa promedio cero si se descontaba, como ocurría hace apenas ocho años, el valor de las exportaciones mineras favorecidas coyunturalmente por los altos precios que ya pasaron. Subrayó la gran verdad de que el país no ha estado produciendo todos los bienes agropecuarios para los que tiene capacidad.

En ese mismo sentido saltan a la vista las recomendaciones del también exgobernador del Banco Central José Lois Malkum de que el país debe proteger el crecimiento de riesgos inherentes, lo que no ha hecho, con medidas estructurales y que, entre otras, serían flexibilizar el tipo de cambio, reducir la deuda y aumentar las reservas del Banco Central. Al respecto recordó la receta del FMI que propone lograr un incremento duradero de los ingresos ampliando la base impositiva y reducir las exenciones; y sobre todo mejorar las instituciones públicas, la gestión de gobierno y el clima de negocios para conseguir un crecimiento que no ha sido inclusivo hasta ahora y son fundamentales para lograrlo.

CONSECUENCIAS

La región de Caribe, en cuyo ombligo está República Dominicana está llegando a una coyuntura crítica diagnosticada por sabios externos: si bien en las últimas décadas ha logrado avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se ha estancado, lo que socava el progreso. “Esta visión no reclama otra cosa que no sean medidas urgentes para revertir el rumbo faltando el ingrediente de ser competitivo.

El Banco Mundial, específicamente, se alarma porque el crecimiento del PIB para los dos próximos años “van a ser las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo”.

No hay más remedio que romper con este ciclo de amenaza directa para la República Dominicana porque está en pie ya una barrera para el desarrollo que se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. “Cuando las economías se estancan” (es decir, llegan al límite de su potencial de crecimiento) aumenta la presión sobre las familias porque disminuyen los salarios y, como ocurre concretamente en República Dominicana, “los ingresos no se han recuperado de los niveles de la pandemia”.

LA OTRA CAMPANA

El optimismo no falta y a partir de comparar cifras de la CEPAL el analista económico y editor de HOY, Mario Méndez, vaticina que si se mantiene la actual tendencia en pocos años Rep. Dom. competirá con otros países de buenas marcas como Costa Rica y Uruguay para acercarse a los niveles de Panamá cuya competitividad es la más alta. Desde esta apreciación basada en estadísticas actualizadas, por debajo de esta tierra antillana están en productividad laboral México, Cuba, Brasil, Colombia, Paragua, Perú, Ecuador y Guatemala. La productividad laboral local está en 24 dólares por hora trabajada. Pero además «el crecimiento de de la productividad laboral dominicana fue superior al 50% entre 2005 y 2024 con todo y pandemia.

Sin embargo, el país está desafiado a aumentar la productividad con diversificación de renglones para que ese avance sea permanente y menos fluctuante: con mayores niveles de encadenamientos productivos y más beneficios para toda la economía y la sociedad.

Pero detrás del estancamiento que se perfila para el país al aproximarse a un nivel de crecimiento con déficit de desarrollo e inclusión están los factores de bajo nivel de inversión y de consumo interno por debilidades adquisitivas de un segmento poblacional; las altas tasas de intereses para financiar el crecimiento óptimo y un elevado déficit fiscal que las vacilaciones oficiales no auguran que pueda superarse a corto plazo. Están también la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China y Europa.