Rímoli y el plato de chivo guisado

Rímoli y el plato de chivo guisado

Cesare Rímoli fue mi profesor de Tae Kwon Do en la escuela que inició el maestro José Ramón (Cuqui) Reyes.

Para aprender se requiere de estudio, buena escuela, maestros líderes de los alumnos y alumnos capaces de estudiar y practicar para convertirse en buenos profesionales.

Practicábamos “sombra” (pelea simulada) y me atreví a retar al profesor, una patada en el músculo de la cara anterior del fémur me provocó un dolor como nunca  había sentido.

Rímoli enseñaba que estaba prohibido golpear en la cara, la cabeza, y debajo del cinturón.

Entonces ¿por qué razón mi profesor me golpeaba fuera de la zona de puntos?

Me ofreció una explicación que siempre tengo presente: en una competencia uno debe jugar limpio, dentro de las reglas de terreno, pero siempre que se presente la oportunidad, en una guerra, hay que golpear donde más duela…y toda competencia es  una guerra. Que la política se desarrolla y se ejerce con las reglas de la guerra es algo archiconocido, ni es un misterio y si es un secreto lo comparte tanta gente que hace mucho dejó de serlo. De todos modos es un arte, el arte de la guerra fría, en el cual se mueven y se usan fuerzas que bien manejadas, bien dirigidas pueden y deben dar los resultados deseados. Una sociedad viva crea modos, estilos, conductas, expectativas, provoca sueños y, sobre todo, tiene objetivos comunes que contribuyen a que los pueblos busquen la felicidad trillando el mismo camino.

He aquí que algunos actúan, aparentemente al revés. Ello así porque somos engañados una y otra vez con los mismos trucos, las mismas posturas y actitudes y hasta las mismas palabras. Los grandes problemas de hoy se disfrazan con fuegos fatuos tales como que si Sobeida y la Peláez van maquilladas y con pantalones de última moda. A partir de esa ofensiva desarrollada en la prensa escapista y complaciente  parece que se acabaron los apagones, el nivel de educación y salud aumentaron súbitamente, el desempleo y la miseria fueron puestos en retiro, a cada hogar llegaron las tres calientes y se acabó la delincuencia. En el cruce de Azua cocinaban un chivo guisado con yuca y aguacate: era una delicatessen salvo la miríada de jejenes que atraía el plato. Con un cigarrillo de tabaco negro encendido en el comedor se iban los jejenes. Leonel Fernández usa, ahora, el tema de la reelección para ocultar la  corrupción que no es capaz de contener y engañarnos mientras los problemas crecen.

La reelección es otro espejismo; reclamemos soluciones.

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