Rincon poético

<p>Rincon poético</p>

AÑORANZAS  
¿Recuerdas hermano,
cuándo eramos niños ?
¡ Ah tiempos aquellos
que no volverán !    

Lejanos ya todos
los hermosos días
de nuestras infancias,
¿ recuerdas hermano
cuándo perseguías
a las mariposas
de esbelta elegancia,
que te parecían
voladoras rosas
de extraño vergel?

Yo te preguntaba
por qué las querías,
y tú me decías
que un álbum con ellas
ansiabas hacer.

Y cuando las tenías,
con pulso derecho,
clavabas sus pechos
con fino alfiler
y las mariposas,
inertes, sin vida,
quedan prendidas
al blanco papel.

¡Ah tiempos aquellos
que mis pensamientos
nunca olvidarán,
ah días felices
que las horas tristes
nunca empañarán!

Quisiera, mi hermano,
volver a ser niño
tan solo un momento,
vivir nuevamente
como en otros tiempos,
sin nada que turbe
mi felicidad;
y a mi lado, claro,
mis padres y hermanos,
los mismos vecinos
felices de antaño,
la misma inocencia,
la misma virtud,
y la casa grande
que por tantos años
fuera el escenario
donde desgranara
desgranara los primeros sueños
de mi juventud

¿Recuerdas acaso
al viejo don Pablo?
¿Aquel buen anciano
que tenía su casa
detrás de la nuestra ?
En el bosquecito
donde había mangos,
caimitos, cerezas,
y a un ciento de metros
el cauce del río
de fresca belleza.

¿Y de aquel avión
que un día los Reyes
trajeron a nuestro
hermanito menor?
Como había pleitos
por el aparato
cuando tú querías
manejarlo a ratos.

Tú y yo pensamos
que fue una injusticia
de los Reyes Magos
que a él le trajeran
tamaño regalo…
y a nosotros dos.

Pero al fín y al cabo
tú te conformaste
con aquel triciclo
y aquellos soldados
de porte marcial,
ruidosas trompetas
y hermosos tambores
y el disfraz de indio
para el carnaval.
y a mí, como a tí,
tambien me trajeron,
triciclo, soldados
de porte marcial,
ruidosas trompetas
y hermosos tambores,
y el disfraz de indio
para el carnaval.

Y ahora, mi hermano
espera un momento,
y un Ave María
rézate en silencio
por un alma buena,
por  alma pura,
que desde los cielos
sonríe y nos mira
como en otros tiempos.

Y la tía Celeste
que con tanta prisa
nos llevó la muerte,
el Ave María
que tú le has rezado
sabrá agradecerte.

Cuando a veces pienso
en los tiempos idos,
aquellos momentos
que viven dormidos,
que aún viven y laten
en mi corazón,
no puedo evitar
que una lágrima
asome a mis ojos
azás conmovidos
y ruede en silencio
como una oración;
oración que sea
un mudo homenaje,
que en copas de encajes
le brinda el recuerdo
a un tiempo que fuera
ser siempre mejor.

Y yo, emocionado,
miro la partida,
de un mundo que pudo
volver a la vida,
en las blancas alas
de hermosa ilusión.-

Francisco Alvarez Castellanos

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