Rinden homenaje a inventor del saxofón

Rinden homenaje a inventor del saxofón

BRUSELAS. El belga Adolphe Sax dio su nombre al saxofón, un invento que revolucionó la música, en particular el jazz y el blues, pero es un verdadero desconocido para el público. Una exposición le rinde homenaje en Bruselas, 200 años después de su nacimiento.

Nacido en Dinant, a orillas del río Meuse, el 5 de noviembre de 1814, el joven Adolphe, que se mudó con sus padres a Bruselas, se salvó de morir ahogado, de una terrible caída de unas escaleras y de una ingestión del barniz que utilizaba su padre, ebanista y fabricante de instrumentos musicales reputado en Bélgica.

Si el joven Adolphe no hubiese tenido tanta suerte, John Coltrane, Dexter Gordon, Maceo Parker, Charlie «Bird» Parker, Sonny Rollins o Stan Getz no habrían hecho llorar jamás su instrumento de latón con forma de pipa.

Y la historia de la cultura popular del siglo XX sería diferente. El saxofón y su primo, el bombardino, otro invento belga, se dieron a conocer lejos de los clubes de Harlem. Fue en Francia, a mediados del siglo XIX, y gracias a una gran ayuda del ejército.

En 1842, cuando goza en Bruselas de una buena reputación como fabricante de instrumentos y con una patente registrada para perfeccionar el clarinete, Sax se instala en París en donde crea un taller para producir instrumentos y estudiar científicamente la acústica.

En 1845, el ejército, que quiere reformar su música, organiza un gran concurso al aire libre en París. Los instrumentos de Adolphe Sax, que tienen una potencia sonora y una precisión inigualables, se imponen frente al proyecto de su competidor, el compositor italiano Michele Carafa.

El concurso se lleva a cabo frente a unos 20.000 espectadores y consolida la reputación del inventor belga, que obtiene la licitación así como un casi monopolio de la fabricación de instrumentos para las bandas militares.

En 1846 Adolphe Sax patenta un «sistema de instrumentos a viento, llamados saxofones». Pero los comienzos del saxofón y de otros cobres creados por el belga son difíciles. Poco a poco encuentran un lugar en las orquestas de ópera, como la trompeta imaginada para la creación de Aída de Verdi en 1880.

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