Río San Juan, tan adorable

Río San Juan, tan adorable

LOURDES CAMILO DE CUELLO
Más de una vez había estado en Río San Juan; siempre añorando regresar al pueblecito más acogedor de la República Dominicana; a la playa de arenas blancas más bella que puede existir.

Pero no es sólo el pueblo, su laguna tan singular, o sus arenas, lo que sobrecoge al visitante; son sus gentes, sus niños y tanta gente buena que vive allí o que por allí ha pasado.

Pero, ¿qué pasa en este tesoro escondido? ¿qué hacen sus habitantes? ¿adónde van sus niños y niñas?

El que hoy es municipio de la provincia María Trinidad Sánchez posee más de veinte mil habitantes. Fincas, ganado, turismo, niños, proyectos, juventud, drogas, música, servicios, baile, cerámica, coros, flauta, turistas, amor, donaciones, maestros, voces que cantan, niños que cantan, mujeres que cosen y todo junto, un amor de deseos, anhelos y esperanzas.

Dime, Ramón Antonio, quien junto a tantos habitantes preocupados por la juventud, clamas por maestros, materiales para trabajar y voluntad para realizar tus sueños; dime qué tenemos que hacer. Dónde está el hotelero que va a respaldar los bailes y los cantos de tus niños y niñas; dime dónde están los comerciantes que se beneficiarán con las vasijas y objetos que moldean los niños en tu aldea; dime cómo se las arreglan para reír, enseñar, tener ilusiones, compartir y dar a los demás.

Así como la aldea de Ramón Antonio, el centro cultural que hoy se reorganiza en Río San Juan debería ser la aldea de cada comunidad preterida donde todos nuestros niños y niñas encuentren lugar para desarrollar sus vocaciones artísticas, forjadoras de trabajo e integridad.

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