Ripiando el Perico…  antes de que se vaya

Ripiando el Perico…  antes de que se vaya

POR FÁTIMA ÁLVAREZ
En las ceñidas caderas vibra el redoble de la tambora, mientras el sonido contagioso del acordeón sale con toda su fuerza. Los movimientos enérgicos, acompasados, cobran vida en la mulata que deja traslucir en su baile su pasión por el ritmo. En tumbas, convites, juntas o burricás, o cualquier encuentro de amigos del campo dominicano, se disfruta, a más de un Palo Viejo, una Mamajuana o cualquier romo, las rítmicas sonoridades del merengue.

Merengue de enramá, de campo a’entro, merengue de línea. Perico Ripiao.

Rafael Chaljub Mejía conoce de esto. Sabe que el merengue no es sólo un elemento de estudio de sociólogos, sino que es la viva expresión del campesino, el de la sierra, el que sufre sus desventuras y ríe sus pocos goces a base de güira, tambora y acordeón en un merengue bien «ripiao».

¿Sus motivaciones? Su vida. «El merengue típico fue el personaje inolvidable de mi infancia, el fondo musical de mi nacimiento, de mi niñez, de mi juventud. Yo soy de un campo de Nagua: Las Gordas. Semillero de merengues y de buenos merengueros. Forjé un vínculo sentimental con el merengue desde mi nacimiento, desde que mis oídos empezaron a oír ecos de amor y de cariño. Lo añoré cuando estuve lejos de mi lugar de origen y siempre lo seguí con muchísimo interés».

Que lo perdonen su arábiga nariz y su apellido de rancia tradición, pero el patrimonio de Chaljub Mejía es dominicano. Tanto como la Montonera, la Cigua Palmera o la Ceiba. Es por eso que, antes de que las variedades musicales suplanten el merengue; antes de que los medios de comunicación olviden la música autóctona dominicana, ha escrito «Antes de que te vayas…» un emotivo homenaje al merengue folclórico, a ese merengue que durante años, dominicanos de lomas y llanos han adobado con su mejor música y han reflejado, mejor que cualquier tesis histórica, los episodios de la vida dominicana.

 «Antes de que ese merengue sea arrollado por la ola de la comercialización y la transculturización y la liquidación de las mejores tradiciones de nuestra cultura, quise hacerle unos cuantos garabatos y salió ese libro, ese es el motivo sentimental», dice.

«Pero hay otro motivo de carácter social, cultural, –patriótico si se quiere–, y es el hecho de que el merengue es un compañero de ruta del pueblo dominicano, un elemento de nuestra identidad, un atributo de la nación dominicana, con eso no se puede jugar. Una nación a la que hasta sus monumentos históricos se lo ponen en venta, sus aguas territoriales, sus puertos, en la que todo se vende como una mera mercancía, hay que defenderla, y el merengue es el atributo de esa nación. Esa es parte de mi lucha».

 «Quiero muchísimo al merengue y a los que fueron sus arquitectos. Mis razones son muy sencillas, no tienen que ver si nació en Puerto Rico o en Cuba, eso me tiene sin cuidado; lo que sé es que el merengue que se bailaba y se tocaba aquí después que empezaron a llegar los acordeones desde Alemania –y uno de esos instrumentos cayó en manos de un niño que se llamaba Francisco Antonio y le decían Ñico Lora–, desplazó a todos los demás instrumentos y se afianzó en el pueblo dominicano».

El interés de preservación del patrimonio musical de República Dominicana por parte de Chaljub no es cerrado. No se niega a las evoluciones propias de todo elemento vivo, sino a las transformaciones decadentes que adulteran el ritmo original. «Hay una evolución dentro del patrón rítmico que es buena; otra cosa es que le llamen merengue a cualquier cosa». Ahora, la evolución del merengue como tal es inmensa», dice Chaljub mientras rememora a merengueros de la talla de Bautista Pascasio, Ñico Lora, Lolo Reynoso o Carmelito Duarte, entre otros virtuosos que llevaron al merengue de línea al cénit de su poder en el pueblo llano, pero profundo, que lo convirtió en su santo y seña.

El merengue típico dio un giro a raíz de convertirse, en manos del Sátrapa de los 31 Años, en mercancía propagandística de un régimen que utilizó los mejores recursos de la Nación en beneficio propio. «Trujillo tenía una astucia tan grande, que le permitió ver la fuerza de penetración del merengue, y quiso convertirse en un símbolo de este ritmo, imponiendo un estilo de bailar. El era un animal político. Sabía que ése era un instrumento útil para sus fines, hasta el punto en que el pueblo identificó a Trujillo con el merengue».

MERENGUE URBANO Y RURAL

A la caída del dictador, y dando rienda suelta a más de tres decenios de represión, el pueblo repudió la dictadura y con ella, todo lo que la sostuvo. Es así como el merengue empieza una etapa de reflujo en el que tanto el urbano como el rural languidecieron.

«Al merengue urbano lo rescataron los maestros de la música: Félix del Rosario, Rafael Solano, Johnny Ventura…, pero el rural no tenía dolientes, porque los mejores músicos le habían cantado a Trujillo. El Trío Reynoso, el mejor, se opacó; a Guandulito lo persiguieron y quedó ese vacío en el merengue rural, hasta que surgió en mi campo un muchacho llamado Tatico Henríquez, que rescató el merengue y le dio una fuerza y una vitalidad, convirtiéndose en la mayor evolución que el merengue ha sufrido».

A esa generación encabezada por Tatico Henríquez pertenecen Bartolo Alvarado, Paquito Bonilla, Arsenio Caba, entre otros, que lo renovaron. «Era un merengue con una digitación más rápida, más cadenciosa, de mayor duración. Tatico despojó al merengue de aquella letra tan triste que tenía, y aunque preservó mucha de esa letra, trajo otra más alegre; fue una evolución del merengue, pero respetando el patrón rítmico.

Chaljub alude a otros merengueros más jóvenes que siguieron los caminos de Tatico como son Rafelito Román, Lupe Valerio, King de la Rosa, Francisco Ulloa «y muchos más que han mantenido al merengue dentro del patrón rítmico».

«Una cosa donde no se oiga ni la güira, ni la tambora, ni el acordeón, búsquenle otro nombre, pero eso no es merengue típico».

En principio, el merengue típico se fue formando, incluso, por la unión de decimeros que musicalizaban las décimas; personas que no tenían conocimientos musicales, que se juntaban en convites, en tumbas e iniciaban procesos de musicalización de sus vivencias cotidianas.

«Con el canto se buscaba alivio al rigor de la labranza en las atrasadas condiciones de antaño; en el canto buscaba compañía el caminante solitario en una noche oscura; servía también ese ejercicio del arte popular para expresar ciertos estados del espíritu como era el caso de aquel joven que se sentía feliz por verse correspondido en el amor. O, en cambio, podía ser el caso de aquel que estaba triste a causa de un desprecio, o en otro caso más, de aquel que no encontraba palabras para declararle su pretensión de amor a una muchacha», dice Chaljub en «Antes de que te vayas…».

El Perico Ripiao y los procesos migratorios

 “Las migraciones todo lo modifican, hasta la economía del país. La principal fuente de ingresos son las remesas y con esos dólares viene también una remesa cultural, ideológica, de moda, que ha influido todo, hasta el punto de debilitar la base social del merengue».

«Se dice que ante la injerencia extraña, la virtud doméstica. Entonces, nosotros tenemos que combatirlo con eso. Porque la globalización se hizo de arriba para abajo: los grandes para comerse los chiquitos. Intente algo contra los valores de ellos, ahí no hay globalización».

¿Hay algún período de vida para el merengue folclórico? Vamos a tratar de que no se vaya… Hay un merengue que la gente no percibe, pero que tiene fuerzas, tiene raíces y esa gente está tocando su merengue. El merenguero es el narrador de la historia por excelencia.

LA COMERCIALIZACIÓN SALVAJE

«Un joven músico con mucho talento se me presenta un día con los cabellos amarillos, ‘¿y qué es eso?, bueno, que el empresario me dice que para pegar tengo que ponerme rubio’… Calidad vs. Mercado. Pienso que el Estado tiene un papel muy importante en ese sentido. Tiene que hacer un esfuerzo para que el mercado no anule un valor cultural. Aquí hay una legión de buenos músicos que la gente no los conoce porque no suenan en los medios de comunicación. Hay un merengue que no ha sido maleado, uno puro que hace llorar a la gente; ajustado a la tradición, pero al mismo tiempo renovado».

«No es pecado que cada quien intente su estilo y le llame como le parezca, no hay que perder de vista que ésta es una sociedad de mercado, pero es que esto es lo más representativo de la nación, por eso es bueno que la raíz de todas las demás formas del merengue se preserve, es un asunto nacional, un deber de cualquier gobierno. Un pueblo que se permite que jueguen con su cultura, su territorio, su nación, no tiene mucho porvenir. La nación se conforma de atributos: territorio, idioma, cultura, música… si esos elementos se van perdiendo, ¿qué nos queda?».

CHALJUB MEJÍA

Para los que desconocíamos esa historia romántica, emotiva, real, de un Rafael Chaljub pequeño, arrullado en sus sueños de niño, o en sus primeros amores, allá en Las Gordas, con un perico ripiao, el que nos viene a la memoria tiene una azada y un martillo. Botas, gorra y camuflaje. No ternezas y recuerdos, ni por arma un merengue de enramá. «Yo sigo siendo el mismo militante político de siempre. La idea que la gente tiene de los militantes de izquierda, y más los comunistas, que es lo que yo soy, es la del martillo, la del sufrimiento, la de la denuncia, del enojo, de la protesta. No se imaginan que hay algunos tan alegres como yo y tan feliz, que le gusta el merengue y lo disfruta. La gente cree que no son compatibles las dos cosas, y esa lucha por la preservación del merengue folclórico es parte de mi lucha por la preservación de los valores de la nación».

RIPIANDO EL PERICO: ANTOLOGÍA DEL MERENGUE TÍPICO

En adición al libro Antes de que te vayas… se tejen varios elementos de apoyo como son el video y una selección antológica en CD de algunos de los mejores merengues típicos de la historia.

Una pléyade de los mejores merengueros típicos sustentan esta antología que, apoyada en textos e imágenes representativas del campo dominicano, ofrecen una panorámica del papel que representan la güira, la tambora y el acordeón en el corazón del campesino de la sierra.

Juanita Morey, Váyase en paz, Cabo’e vela, Hatillo Palma, son parte de las joyas musicales que pueden disfrutarse en estos cd.

Ya es tiempo de que ese merengue deje de ser propiedad exclusiva de esos nobles trabajadores de la tierra, de las coquetas mulatas que pueblan estas tierras, o de los viejos que cuentan sus venturas a través de las notas del acordeón.`

¡Ay Ñico! ¡Si pudiera hoy tu boca cantar/ este canto del pueblo/si pudieran tus manos rescatar/ y darnos consuelo!/

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