Dentro del sistema familiar existen subsistemas, los cuales interactúan entre sí. Por ejemplo, está el fraternal, constituido por los hermanos, dentro del cual aprenden a elaborar sus propias pautas de interacción para negociar, cooperar y competir, a apoyarse, a llegar a acuerdos, respetarse… pero también pueden llegar a producirse algunos conflictos o diferencias, hasta llegar a la rivalidad.
A menudo la rivalidad fraterna comienza antes de que nazca el segundo hijo y continúa a medida que los niños crecen. Es como lo explica la psicóloga Indhira de la Cruz, del Centro de Aprendizaje y Psicología CAP: “Los niños compiten por todo, desde los juguetes hasta la atención de los padres y a medida que van creciendo se hace cada vez más complejo, por tanto los padres deben aprender cuándo sólo observar y cuándo involucrarse en el conflicto”, aconseja.
Estrategias de intervención para los padres para evitar rivalidad. La profesional de la conducta recomienda a los padres no involucrarse en los conflictos de los hijos a menos que haya peligro de que ocurran daños físicos.
“Debes entrenar a los hijos para que resuelvan los conflictos por ellos mismos con formas adecuadas. Sin golpes, sin insultos, sin gritos, negociando y llegando a acuerdos. De esta forma aprenden habilidades importantes que les servirán para la vida”, indica.
De la Cruz señala que los padres deben ser un modelo para sus hijos con la forma de resolver sus propios conflictos, y aconseja evitar hacer alianza con uno de sus hijos.
Otros puntos de suma importancia y que todo padre debe tener presentes, son: nunca comparar a los hermanos, reforzar las cualidades y talentos de cada hijo y validar la autoestima de su hijo, demostrándole y diciéndole en actos y palabras lo mucho que lo ama.
La psicóloga familiar también recomienda “desarrollar un sentido de pertenencia de cada uno de los hijos al sistema familiar. Que cada hijo sienta que es amado y respetado por lo que es”.
“Es bueno recalcar que cierto grado de rivalidad fraterna es normal entre los hermanos en todas las familias funcionales y felices. Lo importante es que los padres puedan manejar adecuadamente la dinámica relacional de sus hijos para evitar una rivalidad patológica que pueda causar disfunciones futuras en la familia”, resalta Indhira de la Cruz.
Causas de la rivalidad fraterna. El nacimiento de este problema puede tener varios factores. Como explica la profesional, este conflicto puede generarse por varias razones: alianza entre un hijo y uno de los padres; favoritismo de un padre hacia uno de los hijos; sobreprotección de un padre con un hijo enfermo, con problemas de aprendizaje o problemas emocionales; diferentes ciclos de vida, edades y necesidades de los niños; o un hijo sobrevalorado y reforzado por los padres.
Además puede deberse a que haya un hijo “triangulizado” por los padres, el cual se utiliza para resolver los conflictos entre ellos; un hijo “parentalizado”, al cual se le asignan funciones parentales, o puede deberse a comparaciones entre los hijos realizadas por los padres, o a personalidades y/o temperamentos muy diferentes de los hijos.
Las claves
Consecuencias de la rivalidad fraterna:
1. Celos
2. Excesiva competitividad
3. Peleas frecuentes
4. Envidia
5. Sentimiento de odio hacia uno o ambos padres
6. Baja autoestima
7. Díada conflictiva
8. Sentimientos de no pertenencia al sistema familiar
9. Sentimientos de odio-amor hacia el hermano