NUEVA YORK. AP. Hace un año, Roberto Alomar creyó que su ingreso al Salón de la Fama estaba garantizado e invitó a las cámaras a su casa de Nueva York para enterarse de los resultados de la votación.
Todo terminó en una inmensa decepción, con su hijito Roberto llorando en su rezago. Después del fiasco, al quedarse corto por unos escasos votos, el puertorriqueño que marcó una época en su carrera como intermedista espera que su segunda oportunidad sea la buena. Alomar no ha dado entrevistas y hoy aguardará la noticia con discresión en el estadio de los Azulejos de Toronto, el club en el que ganó la Serie Mundial en forma consecutiva en 1992-93.