Roberto B. Saladín Selin – A Ambrosio Alvarez Aybar in memoriam

Roberto B. Saladín Selin – A Ambrosio Alvarez Aybar in memoriam

El lunes 3 de mayo fue llamado al seno del Señor el licenciado Ambrosio Alvarez Aybar (Q.E.P.D.), un dominicano eminente que bajó al sepulcro el martes a los 93 años de edad, para orgullo de su patria y de su familia como un funcionario ejemplar, dejando un legado como servidor público y representativo de una raza en extinción, que supo servirle a la República Dominicana con honorabilidad y una humildad proverbial, plena de sabiduría.

Al hacer uso de la palabra, el martes 4 de mayo, en el cementerio de Cristo Redentor, después de rendírsele los honores militares, su hijo doctor Roberto Alvarez Gil, al destacar las virtudes y la dilatada carrera pública de su padre Ambrosio Alvarez Aybar como un padre ejemplar, me tocó, como un amigo que tuvo el privilegio y el honor de cultivar la amistad de don Ambrosio y de Doña Eridania (Q.E.P.D.) su esposa, exaltar en nombre de mi familia y del mío propio, las grandes cualidades y méritos de un dominicano ejemplar, que ahora con su sensible desaparición, deja como herencia para sus tres hijos y su familia, una memoria impoluta que debe enorgullecerlos para siempre.

Ambrosio Alvarez Aybar se inició en su carrera profesional como abogado privado, con un ejercicio exitoso, siendo llamado al servicio público como Jefe de la División de Fronteras (SERREE 1941 45), subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores (1945 47), director y profesor de la Escuela Diplomática (1945 46), secretario del Banco de Reservas de la República Dominicana (1947 48), vicegobernador del Banco Central (1948 51), Catedrático en la Universidad de Santo Domingo (desde 1946), ocupando asimismo otras funciones en la Cancillería, como embajador. Se desempeñó también como juez de la Suprema Corte de Justicia (1951 55), rector de la Universidad de Santo Domingo (1960), secretario de Estado de Relaciones Exteriores (1961 62) y decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas (UNPHU 1966 74). Fue también asesor legal y económico del Banco Nacional de la Vivienda y secretario de su Consejo de Directores, además de posiciones tan relevantes como embajador extraordinario y plenipotenciario ante la ONU y Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo.

Su sólida formación jurídica y en materia económica, le permitió a nuestro querido amigo y profesor, Ambrosio Alvarez Aybar, desde asesorar a la Seaboard, en sus exploraciones de petróleo, allá por la década de inicios de los cuarenta como internacionalista y diplomático, en numerosos foros donde fue respetado por la profundidad de sus exposiciones, incluso por la diplomacia de un país como México, además de sus contribuciones como intelectual en numerosas publicaciones de prestigio.

En delicadas coyunturas internacionales para la República Dominicana (1961 62), siempre supo poner en alto la imagen de nuestro país, al igual que la misión diplomática que se le encargara ante los presidentes de América Latina (mayo junio 1966), las cuales supo desempeñar como un diplomático consumado, en beneficio de la nación.

Don Ambrosio, un hombre de fe y católico ferviente, supo desempeñar posiciones tan delicadas como Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, frente a un gobernante tan difícil como Trujillo, el cual, en ocasiones planteaba preguntas muy delicadas, en relación con las facultades de heredar y desheredar a familiares, a las que él supo siempre dar acertadas respuestas como un reputado jurista.

Ahora que Ambrosio Alvarez Aybar ha sido llamado al Seno del Señor, deben resaltarse igualmente, sus extraordinarios aportes al Banco Nacional de la Vivienda (BNV), como asesor legal y económico y sus notables contribuciones a la consolidación del sistema de ahorros y préstamos, lo que le permitió a los sectores de bajos ingresos y clase media, el acceso a una vivienda.

Como lo reclamara su hijo Roberto Alvarez Gil, la patria de hoy necesita hombres del calibre de su padre, don Ambrosio Alvarez Aybar que supieron pasar por el poder y descender limpios y puros, sólo con el galardón de haberles servido a su patria.

¡Ambrosio Alvarez Aybar fue un dominicano ejemplar! Merece que una de las calles de la capital lleve su nombre.

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