Roberto Canaán – Roberto Canaán – La venta del patrimonio nacional

Roberto Canaán – Roberto Canaán – La venta del patrimonio nacional

Advierto a todos los dominicanos de buena voluntad sobre la sistemática destrucción de la patria, como consecuencia de que el pueblo se está apartando cada día más de los fundamentos morales, éticos, jurídicos, históricos, patrióticos, religiosos y culturales que históricamente la han configurado desde sus orígenes más remotos.

A la patria le han caído encima muchos males y sufre el atropello de la pérdida de su identidad, la venta a precio vil de su patrimonio, la destrucción del medio ambiente, la contaminación y la deforestación criminal de los depredadores nacionales y extranjeros ilegales. Peligran la cohesión y la identidad del país. Hoy nos encontramos envueltos en la angustia de múltiples problemas: políticos, económicos, sociales, migratorios, que hacen peligrar la cohesión de la sociedad y la identidad misma del país, soberano e independiente. Advierto que los requerimientos y apuros propios de las necesidades económicas pueden hacer peligrar nuestra libertad política.

La grave amenaza de la disolución nacional es consecuencia, primero, de la perdida del patriotismo que se observa en la ciudadanía ante los problemas que amenazan la nación y segundo, de la enfermedad espiritual que se extendió endémicamente por todo el tejido social. Es una enfermedad que amenaza nuestro pueblo y los fundamentos mismos que nos constituyeron como nación. Esta enfermedad del espíritu se llama pérdida del sentido de bien común. En nuestros políticos persiste la ceguera de buscar egoístamente sus privilegios, sin comprender la urgencia de la crisis y la responsabilidad que les toca en las soluciones. La nación tiene que luchar por reconstruirse a sí misma sostenida de los valores que la fundamentan tales como trabajo, honor, patriotismo y justicia social.

La patria se encuentra herida por el pecado de la corrupción y el flagelo de la desocupación. Herida de muerte por la inequidad económica y una pobreza creciente; por los enfrentamientos estériles y la ausencia de un diálogo maduro. En resumen, el país siente la orfandad de un proyecto de nación que lo identifique.

Los dominicanos de la generación del presente es poco lo que podemos esperar y recibir, pues nos robaron el presente. Por suerte, todavía quedan las generaciones venideras y por ellas tenemos que luchar, para construirles un proyecto de nación, donde existan oportunidades, prosperidad económica, justicia y bienestar. Las reservas morales del país no deben permitir que también a ellos les roben el futuro.

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