El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el de las “grandes mayorías” y al que muchos, incluso adversarios, consideraban invencible, comenzó a perder fuerzas tras la muerte de su más grande líder, el doctor José Francisco Peña Gómez, sin que sus principales dirigentes, obnubilados por esa creencia, se percataran de ello.

Cual matriz cansada, producto de las luchas intestinas, y del parto de cuatro nuevas organizaciones políticas, la última de ellas el Partido Revolucionario Moderno (PRM), el PRD que una vez fue “el buey que más jala”, hoy busca refugio a través de un pacto, en el que fue su primer desprendimiento: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

¿Es el fin? Para Ivelisse Prats de Pérez y Tirso Mejía Ricart, dos robles fundadores del PRD, hoy en el PRM, el pacto entre Miguel Vargas con el Gobierno y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), para apoyar la reforma constitucional y restablecer la reelección presidencial, terminó definitivamente con lo que quedaba del partido blanco.