Robos emblemáticos

Robos emblemáticos

Aunque la sociedad en pleno es víctima de la amplia gama de actos de delincuencia, el caso particular de robos contra iglesias tiene carácter emblemático, pues revela que la osadía de los malhechores y la falta de previsión de las autoridades no tienen límites. A pesar de la frecuencia de actos de profanación de templos, no ha habido de parte de las autoridades una acción que permita intuir que se trabaja para prevenir este tipo de actos.

Así vemos como en estos días los ladrones volvieron a la carga contra la iglesia Nuestra Señora de la Consolación, de San Cristóbal, de la que sustrajeron cables, bombillas, parte del sistema de audio y del equipo de riego de los jardines. También en Moca, desconocidos robaron de la iglesia San Isidro Labrador una campana centenaria de incalculable valor histórico y cultural, pues se trata de una reliquia que data de más de cien años, pero que probablemente termine vendida como chatarra en una metalera cualquiera.

Lo que indigna es que las autoridades no tomen previsiones, por medio de la instalación de cámaras y otros equipos en sitios como los templos de las diferentes denominaciones religiosas, puentes y otras estructuras que frecuentemente son atacadas por los ladrones. No parece que resulte tan difícil prevenir estos robos emblemáticos mediante una vigilancia efectiva.

Violación de menores

Una faceta de la violencia que está sumando casos a una velocidad alarmante es la violación de niños, niñas y adolescentes por parientes o allegados a las familias de las víctimas. Incluso en casos de feminicidios, el móvil parece haber sido el hecho de que la madre descubriera que un padre o padrasto habría intentado una violación. Realmente, la frecuencia de estos casos resulta alarmante.

Es probable que debamos poner énfasis en  enseñar a niños y niñas algunas  formas de protección y defensa ante determinadas conductas de adultos y que son típicas de pederastas. Hay que fomentar la desconfianza de los niños ante desconocidos que simulen sentir afecto por ellos o les brinden golosinas y otras atenciones. Los especialistas deben encargarse de esto, pero lo que no puede ocurrir es que permanezcamos indiferentes ante esta la ola de inconductas contra nuestros niños.

Publicaciones Relacionadas