Robos y pobreza como desafío

 Robos y pobreza como desafío

Este es un país campeón en apagones en el mundo, como acaba de resaltar  el Banco Mundial. Cabe explicar   que padecemos un  problema energético grave por  el alto costo  de una  generación basada en contratos desfavorables, atrasos en dotar al sistema  de infraestructuras eficientes    y un mercadeo de la electricidad  con  déficits en cobranzas. La  rentabilidad recibe terribles obstrucciones,  pues la  persecución al robo  de la luz  -sobre todo el que practican  clientes de alto nivel-     nunca ha  cumplido su cometido. A los ladrones de gran consumo los protegen el enllavismo y en ocasiones personas  maleadas del   propio sistema  que en vez de salir a defender los intereses de las distribuidoras en la calle, apañan o facilitan el fraude. No son mayoría  pero frustran significativamente los propósitos de saneamiento.

La otra pérdida de ingreso por energía servida  se deriva de la insolvencia por la  pobreza  que padece más de un  40% de la población. Usuarios que  en alta proporción no ganan para comer.  La incapacidad de pago no justifica la sustracción de luz pero resulta una tragedia social el  que millones de familias tengan que  traspasar   los límites  de la formalidad para iluminar sus casuchas sin pagar. El mecanismo de subsidio directo  en uso  no compensa  pérdidas  que solo podrían reducirse  eficazmente    mejorando los niveles de ingresos y empleos  y rescatando del caos urbano a  los superpoblados cinturones de miseria.

Los aldabonazos de Lula Da Silva

Estuvo entre nosotros  uno de los izquierdistas más exitosos de América. El  que rompió  esquemas para que  millones de sus compatriotas salieran de la pobreza. Luiz Inácio Lula Da Silva, el ex presidente que acaba de dictar una conferencia en Santo Domingo, habló de  su fórmula de equilibrio entre el Estado y la sociedad; y entre patronos y asalariados. Su  primer consejo fue: ningún gobierno debe gastar más de lo que recibe. Qué pena que una receta tan simple no llegara a tiempo para que la administración anterior (2008-2012) la aplicara.

Pero su  propuesta  de lograr que los pobres ganen más para que la economía crezca, resulta muy  oportuna. El país está encaminado  a un debate sobre aumentos salariales,  proceso que debería  conducir un justo tratamiento a las mayorías nacionales que reciben salarios situados muy por debajo de sus necesidades. A más consumo, más estímulo a la producción y a los negocios.

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