VENICE. AFP. A 1,500 metros de profundidad bajo el mar media docena de robots submarinos, cuyos faros a penas logran iluminar la zona, están enfrascados en una carrera contrarreloj para frenar la marea negra en las costas estadounidenses.
En uno de los universos más hostiles para el ser humano, estas máquinas ultrasofisticadas y piloteadas desde la superficie, tratan de activar una válvula de 450 toneladas para frenar la fuga principal de petróleo provocada por la explosión y naufragio de una plataforma petrolífera hace dos semanas frente a las costas de Luisiana. «Como pueden imaginar, es como hacer cirugía cardíaca a 5.000 pies (1.500 metros) de profundidad, a oscuras y con robots submarinos», explicó Lamar McKay, el presidente de BP America, empresa explotadora de la plataforma, ante la cadena ABC. «En una escala de complejidad le daría un 9 (sobre 10)» a estas operaciones submarinas, declaró el almirante Thad Allen, comandante de los guardacostas.
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Buscan ideas
Los ingenieros buscan ideas para tratar de detener el derrame o limitar los daños y están proyectando la construcción de una campana gigante para confinar el petróleo y poder bombearlo.
Según M. McKay, esta campana podría desplegarse de aquí a seis o ocho días, aunque la implementación del dispositivo será difícil.