Rodrigo Duterte ganó el día nueve de este mes la presidencia de la República de Filipinas en las elecciones verificadas ese día con holgada diferencia de 15.6 millones de votos, 15 puntos por encima del segundo, conforme resultados a boca de urna.
Alcalde de la ciudad sureña de Davao por 22 años, Rodrigo Duterte avisó a los criminales que los matará a todos, ordenando a la Policía y a la guardia matar sin contemplaciones, eliminar las escorias sociales y pacificar a su país, como hizo con Davao convirtiéndola de caos a segura, con cero tolerancia al crimen.
¡Olvidad las leyes sobre los derechos humanos!”, profirió un vozarrón que se hizo eco en el país de las siete mil islas, al culminar su campaña electoral, precisando que la seguridad deriva prosperidad porque elimina el temor.
Esa fue la receta que aplicó Li Kuan Yu en Singapur, país donde el crimen se paga con la muerte, y el chiclet es prohibido, y quien es sorprendido tirando uno en la calle, se le aplican 20 fuetazos y se deja ir.
Fue la pócima que aplicó el presidente Monseñor Fernando Arturo de Meriño cuando el 30-05-1881 promulgó el célebre y drástico Decreto de San Fernando que estatuía pena de muerte a quien las autoridades sorprendieran portando un arma de fuego, motivado por el temor de que el general Cesáreo Guillermo lo derrocara, y el ministro del Interior para aplicar el famoso decreto fue el general Ulises Heureaux, el terrible Lilís.
Ninguno de los candidatos a las elecciones que se realizaron este domingo expusieron en sus programas providencias drásticas para acorralar a la canalla, y el crimen se enseñorea del país, conforme denuncia la Pastoral del Episcopado Dominicano publicada el día nueve de este mes.