Rogelio Lamarche Soto, un aportador múltiple

Rogelio Lamarche Soto, un aportador múltiple

Su nombre no ha trascendido en la medida de sus méritos y aportes a pesar de haber sido una de las figuras de mente más lúcida, espíritu emprendedor, incansable para el trabajo y el estudio. Quizá se debe a que la resolución que designó una calle en su honor quedó engavetada.

Un edificio de la Universidad Autónoma de Santo Domingo lo identifica, pero estudiantes y profesores lo abrevian y le llaman “Erre Ele” (RL). Muchos se preguntan el significado.

Rogelio Lamarche Soto pasó de ser sastre y maestro informal a la alta categoría de vicerrector y demandado médico. Era incansable, amaba enseñar, competir, auto desafiarse en su conocimiento integral. Por eso fue dirigente de varias disciplinas deportivas, ajedrecista, baloncelista, catedrático universitario y profesor de prácticamente todas las materias de la educación secundaria, aparte de las elementales que enseñaba a militares y a estudiantes que reprobaban y él los ponía en condiciones de pasar al año escolar siguiente.

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Como educador recorrió las aulas de varios planteles.

Cursó sus estudios primarios e intermedios en el liceo José Núñez de Cáceres, dirigido por la profesora Julia Henríquez viuda Peña, y se graduó bachiller en ciencias físicas y naturales en la Escuela Normal Superior de Santo Domingo.

Para poder cubrir sus estudios y vivir dignamente, al tiempo que ayudaba a su familia, ofrecía clases particulares a miembros del Ejército Nacional a los que formaba en orientación geográfica, instrucción cívica, matemática elemental, español.

En la Escuela Normal de Varones fue profesor de botánica, zoología, biología, química orgánica, química inorgánica, economía política, español, física, química y matemáticas.

Mientras cursaba la carrera de medicina fue practicante en el Hospital Nacional ubicado al lado de la Fortaleza Ozama. En ese tiempo recibió cada año el premio al estudiante más sobresaliente, que otorgaba la Casa de España.

Enseñanza superior y deportes. Rogelio nació el 25 de febrero de 1908 en Santo Domingo, hijo de Rogelio Lamarche Pérez y María Lorenza Soto. Se graduó de médico en la Universidad de Santo Domingo el 31 de julio de 1937 y pasó a ser catedrático de fisiología en la facultad de Ciencias Médicas de esa casa de estudios superiores. Fue además director del curso preparatorio de la facultad de medicina, director del departamento de biología y vicerrector académico.

Por haberse dedicado a apoyar la práctica deportiva entre los jóvenes se le distinguió como Propulsor del Deporte y exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

Estuvo casado con María Elena Rey, madre de sus hijos Carlos, Eduardo, María Elena e Ivelisse.

Desempeñó el cargo de secretario de Salud Pública y Previsión Social.

En 1970 fue nombrado Profesor Meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Dejó escritos los trabajos Apuntaciones sobre metabolismo; Fisiología renal y Apuntaciones sobre regulación osmótica.

Falleció en Santo Domingo el siete de noviembre de 1991.

La calle. A pesar de sus virtudes y contribuciones como maestro, médico, deportista, filántropo, el doctor Rogelio Lamarche Soto no ha sido homenajeado con la designación de una calle en reconocimiento a su legado.

La resolución se emitió. Es la número 63 de 1992. Tuvo en cuenta que Lamarche Soto “fue un destacado profesor de múltiples generaciones en sus actividades docentes en nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo y a nivel secundario” y además, “un destacado y meritorio deportista especializado en el campo del ajedrez”.

Y en atención a esos valores resolvió, el 23 de septiembre de 1992, designar una calle de Santo Domingo con su nombre. Es comprensible que en ese momento no fuera ejecutada la ordenanza, pues apenas llevaba un año de fallecido. Sin embargo, desde entonces a la fecha, han transcurrido 32 años, tiempo suficiente para que se rescate su memoria y se reconozca su ejemplar y digna trayectoria como profesional y ser humano.