Rokia Traoré, cantante, música
y compositora maliense

Rokia Traoré, cantante, música<BR>y compositora maliense

DIÓGENES CÉSPEDES
A esta joven artista maliense, nacida en Kolokani, aldea en las puertas del Sahel, a unos cien kilómetros al noroeste de Bamako, el 24 de enero de 1974, le ha sonreído la fortuna porque a la gracia de su voz, su dominio de la guitarra y al hecho de componer las letras de sus canciones, la acompaña un carisma que acrecienta cada día su fama internacional.

Con apenas 33 años y cuatro álbumes grabados (Mouneissa en 1998; Wanita en 2000; Bowmboi en 2003 y En Vivo en 2004), Rokia Traoré goza de un prestigio y fama internacional que ha eclipsado a no pocas cantantes africanas contemporáneas y la crítica la recibe por todas partes donde va y actúa, como a una verdadera reina.

Y la razón es el dime con quién andas y el otro aserto es que solo los grandes reconocen a los grandes. ¿Quién se dio cuenta del potencial y la grandeza que esperaban a Rokia Traoré? Nada más y nada menos que Alí Farka Touré, a quien ella conoció en 1997. De inmediato, el famoso cantante, músico y compositor animó a Rokia Traoré a grabar su primer álbum. Y desde entonces no ha cesado ella de aumentar el caudal y la calidad de su trabajo.

Rokia pertenece a la etnia bambara, llamada también bamana. Dice un articulista que su “intensa, delicada y versátil voz es reconocida como una de las mejores en toda África. Y a la amistad que anudó con Alí Farka Touré, le siguió la de Toumani Diabaté, quien ha sido el responsable, con su kora, del fascinante y preciosista sonido del álbum “Wanita”, alabado por la crítica internacional, ya que presenta letras de homenaje, tradiciones y relaciones. ¡Qué dos buenos padrinos! Ella pertenece a la estirpe de estos dos músicos, de los cuales dije en crónicas anteriores que formaban parte de una dinastía de artistas que se remonta al siglo VII de nuestra era, fecha en que comienza la influencia del imperio maliense y se funda una música en la corte con los jetis, especie de sabios, poetas e historiadores orales.

Rokia Traoré ganó en 2001 el premio  Kora All Africa Music como intérprete femenina más prometedora al actuar en el extranjero en los Festivales Womad.

Y para probar lo de la dinastía, Rokia Traoré no se queda atrás. En julio pasado, en la revista francesa Paris-Match, Julien Négui hablaba elogiosamente de la cantante. Pero presentaba un aspecto poco conocido de ella: su relación ambigua con el desierto. Dice el comunicador que esa relación se desarrolla “entre odio y fascinación” y cita el discurso directo de Rokia: “Al desierto no se le aprisiona. Se lo sufre. No puedo guardarle rencor cuando veo las consecuencias nefastas de su avance.”

Cada metro que la desertificación le gana a la vegetación en el Sahel, significa hambre y miseria para quienes viven en esa zona. “La vegetación se detiene aquí. Luego, viene el desierto”, dice ella. Pero algunos podrán preguntarse, pero qué sabe una cantante, además hija de diplomático, acerca del desierto o el hambre. Y ella responde: “soy quizá hija de diplomático, pero tengo catorce hermanos y hermanas. En esas condiciones, no se puede ser rico y vivir confortablemente en África. He visto avanzar el desierto. Me pregunto a menudo cómo algo tan bello puede ser tan violento.”

Rokia Traoré está comprometida con esta lucha que trata de evitar la desertificación del Sahel.

El único álbum que he escuchado de Rokia Traoré es Bowmboi y en él ella toca la guitarra y la acompañan alternativamente con el ngoni, Mama Diabaté y Baba Sissoko. ¿Ven lo de la dinastía? Otro Diabaté en el negocio de la interpretación de otro instrumento de difícil dominio.

En este álbum, me han sobrecogido todos los temas propuestos, y me han llamado especialmente la atención el primero titulado “Château de sable”–Castillo de arena, cantado en un francés impecable, pero claro, con el sustrato del idioma materno de una hija de la etnia bambara. Después, los surcos 3 y 7, titulados “N’gotolen” y “Sara”, el primero lo que llamo un merengue africano lento, muy parecido en su ritmo musical al merengue lento de principio de siglo que cantaron Antonio Mesa o Eduardo Brito. Y con respecto a “Sara” es el merengue africano de ritmo rápido que solamente un especialista en composición y transcripción musical puede anotar la diferencia con el merengue dominicano de ritmo rápido del tipo “El millonario” o “El africano” de Wilfredo Vargas o, con el tipo de merengue de Juan Luis Guerra, “A pedir su mano”. Creo que el difunto Fradique Lizardo había escuchado esos merengues en Europa o en Africa y por eso sostenía que el merengue caribeño venía de la tribu de los bambara.

Para los curiosos que deseen saber de todo acerca de Rokia Traoré, favor de entrar a la Internet y escribir el nombre de la cantante. Tendrán fotos de ella a manos llenas, la biografía, discografía, acceso a escuchar extractos de algunos de sus discos, contactos, programas, conciertos, enlaces y el programa de actuación de Rokia Traeré en diciembre en la Sala Pleyel de París, sus próximos discos, cómo escribirle a la artista, etc.

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