El Partico Comunista Chino (PCCh) –fundado en 1921- contaba 89 millones de miembros en 2017. Pronto empezó a jugar un papel relevante en la historia participando en la lucha contra la ocupación japonesa y terminada la Guerra Mundial se involucró en una guerra civil derrotando las llamadas fuerzas nacionalistas y Mao Zedong proclamó la constitución de la República Popular China el 1 de octubre de 1949; en breve se cumplirán 70 años de ese acontecimiento que marcó la segunda mitad del siglo XX y ha aportado un actor protagónico en el siglo XXI. Por 40 años, desde 1978, el Partido ha promovido un proceso de reforma que ha catapultado a China a primeros niveles mundiales. El propulsor de ese proceso fue Deng Xiaoping. Este planteó la meta de construir un “socialismo con características chinas” y los responsables subsiguientes han continuado esa línea de desarrollo. El actual líder, Xi Jinping, en el XIX Congreso del Partido en 2017 asumió ese principio como plataforma para “una nueva era” como guía del accionar del Partido.
Efectivamente, en su discurso de apertura congresual Xi destacó que el momento representaba una “nueva coyuntura histórica en el desarrollo de China». El Partido como real centro del poder y conducción del país ha logrado en un periodo de tiempo increíblemente breve potenciar la economía de un país extraordinariamente atrasado y pobre, en una excepcionalmente dinámica y rica que ha conducido a China a una posición de liderazgo y a ser la que más impacta en el ritmo de crecimiento mundial. El Plan del Partido, aprobado en su último Congreso, es “modernizar el socialismo” nacional profundizando y ampliando medidas ambientales y socio económicas. El programa comprende su instrumentación en dos etapas, una primera de 2020 a 2035 haciendo énfasis en la modernización nacional y de 2035 a 2050 – celebrando el centenario de la proclamación de la República Popular – el país se habrá convertido, en palabras de Xi, en un país “»socialista, moderno, próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso». Los delegados al Congreso asumieron la determinación de “no copiar sistemas políticos extranjeros” ni aceptar nada que socave el liderazgo del Partido. En el discurso Xi Jinping aseguró que el Partido trabaja para convertir a la nación en una “potencia mundial líder” en lo político, económico y militar reafirmando, seguramente teniendo en mente los nuevos desafíos que se le levantan, que se construye unas fuerzas armadas de “clase mundial” que sean capaces, si les llevan a eso, de “combatir y ganar guerras”.
Como objetivos temporales se llegará al centenario de la fundación del Partido, en 2021 con una nación “moderadamente próspera” y al siglo de la creación de la República Popular, en 2049 será una nación “totalmente desarrollada, rica y poderosa”. Para el FMI en 2030 será la primera economía del mundo. Para Xi es “hora de que tomemos el centro del escenario mundial y hagamos una mayor contribución a la humanidad». Al margen de como cualquiera valore ideológicamente el sistema chino lo real y objetivo es que adonde ha llegado ha sido bajo la conducción del Partido.