La residencia del embajador de Francia en el país estaba más concurrida que ninguna otra ocasión durante todo  el año, y no era para menos. El diplomático Roland Dubertrand y su esposa Isabelle Idier ofrecieron la tradicional  Fiesta Nacional del 14 de julio, ocasión en la que compartieron con personalidades de diferentes ámbitos. 

El encuentro inició con las palabras  del embajador, quien manifestó que para Francia, como para el resto del mundo, la Revolución Francesa marcó el comienzo de una nueva etapa para la humanidad.

La Fiesta Nacional de Francia, que conmemora la toma de la Bastilla, es decir la victoria del pueblo francés sobre la monarquía,  símbolo del absolutismo entonces, es un motivo para celebrar los valores que fundan la República francesa: Libertad, igualdad y fraternidad.

Y así es como fue concebido este encuentro, como una oportunidad para que los invitados, dispuestos en la sala, la terraza y  el jardín de la casa  compartieran una velada más que acogedora, entre uno que   otro trago de vino francés, acompañado de queso.