Rolando Bauger

Rolando Bauger

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
La excelencia narrativa, descriptiva y explicativa de Rolando Bauger, auxiliado por la en todo momento armónica y oportuna intervención de sus dos colaboradores en el panel, han logrado la magia, no de transportar la “futbolfilia” dominicana a Alemania, sino al revés: de producir la ilusión de trasladar las dinámicas escenas de los lejanos estadios del Mundial de Fútbol 2006 a las salas de nuestras casas. El visible entusiasmo de este enamorado del fútbol, el cabal dominio de sus reglas y el enciclopédico conocimiento de su historia, brindaron al espectador dominicano el privilegio de una narrativa que lo metía virtualmente en el alfombrado terreno de juego, excusado de ambular por los múltiples y modernos estadios de Alemania.

Este argentino único, produjo en mi intelecto la impresión que deja la excelencia sin afectación. Que a la vez obliga al testimonio sin lisonja.

Porque con su narración que describe, explica, enseña, educa, anticipa decisiones difíciles y asiente o disiente de la opinión de sus colaboradores equilibradamente y sin afán de protagonismo; logra comunicar fijando en el televidente la certeza de que su máxima preocupación como narrador es informarle de lo que real y objetivamente está ocurriendo en la cancha de juego, libre de distorsiones personales; y que el espectador constituye realmente su máxima preocupación. Bauger y sus colaboradores lo han logrado con gracia y maestría. Vaya para ellos el sincero testimonio de quien esto escribe.

En mis años de estudiante en la escuela primaria República Argentina, era yo un asiduo lector de la revista Billiken; en ella aprendí muchas cosas sobre Argentina y entre ellas la pasión de los “pibes” argentinos por el fútbol. Los nombres Boca Junior, Racing , Rivers y otros que ya no recuerdo, me eran familiares en aquellos años de la década del 30. Andando el tiempo y ya en mi adolescencia, dos amigos españoles me entusiasmaron para ingresar al Club Deportivo Español Juvenil.

Ahí recibí mis primeras y únicas lecciones sobre este aparentemente simple deporte en sus normas, pero de complejísimo, difícil y fatigoso desempeño. Siendo diestro, me enseñaron a “chutar” con la pierna izquierda (que así se llamaba entonces al acto de patear el balón); me asignaron la posición de extrema izquierda, nombre que en aquellos tiempos de principio de los cuarenta, no tenía connotación ideológica. Creo que ahora se dice lateral izquierdo. Poco aprendí sobre el fútbol y sus técnicas.

Lo que sí intuí fue la enorme complejidad de este deporte cuyas variantes en el terreno de juego sólo están limitadas por el virtuosismo y la creatividad personal de los jugadores en una cancha que realmente es un verde y dinámico tablero de ajedrez sin escaques, filas, ni columnas, rigurosamente ceñido al constreñimiento del tiempo.

Por ello es que apasiona a tantos, que lo consideran el rey universal de todos los deportes.

No conozco a Rolando Bauger personalmente. De él sólo sé que es un evidente enamorado apasionado del fútbol.

 Pasión sin equipo nominado, su único equipo parece ser el buen fútbol. De ahí la desapasionada imparcialidad de su narración y de su crítica. De ahí su mística visión de este deporte como un necesario ritual de iniciación en los círculos de la alta civilización; y de ahí su loable y muy altruista afán de implantar el fervor de ese deporte en nuestro país. Siempre he considerado que el mérito auténtico no necesita ni requiere elogio alguno; pero sí justo y desinteresado testimonio. Éste, es el mío.

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