Roma, el sermón de la independencia

Roma, el sermón de la independencia

CHIQUI VICIOSO
Difícil superar la conmoción del corazón cuando amenaza con dejarnos sin palabras y las lágrimas se agolpan, y hay que hacer un esfuerzo inmenso para articular el sentimiento, precisamente para el Sermón de la misa dominicana en Roma.

A la iglesia San Marcelo, uno de los templos más hermosos de Roma, irónicamente enclavado en la Vía del Corso, comenzaron a llegar los y las dominicanos. Pequeños, mulatos y negros en su mayoría, proletarios. Venían a celebrar con su Embajada la misa de la Independencia Nacional, co-celebrada por seis sacerdotes, entre ellos tres dominicanos. Al lado del altar mayor la Virgen de la Altagracia, nuestra bandera y los arreglos florales rojos, azul y blanco.

Ya en la iglesia esperábamos la entrada del personal de nuestra Embajada en Roma y la Santa Sede, presidida por dos adolescentes vestidas con traje típico, la Embajadora Ana Syvia Reynoso de Abud, y el resto del personal, todos y todas con banderitas dominicanas.

En la parte frontal un nino vestido de campesino dominicano, con su güira, una niña con la tambora y otra con las maracas. A la izquierda otro grupo con otros instrumentos del merengue típico. Yo prensaba que se morirían de frío con esa vestimenta, pero permanecieron estoicos hasta el final.

Después del abrazo de la paz que fue colectivo y efusivo, esperamos la bendición, las palabras de la Embajadora, con el saludo del Presidente, la de varios lideres comunitarios y las mías, resumiendo mi ponencia del día anterior sobre la migración de las mujeres dominicanas a Europa.

Y que podía decirles?

1. -Que la emigración dominicana a Europa se acentuó a partir de la década del 80 y hoy es mayoritariamente femenina porque hay un mercado para los trabajos que realizan las mujeres en Europa.

2. -Que las remesas de la población emigrante dominicana alcanzan 2.7 billones de euros, de los cuales 71 millones proceden de Italia, un presupuesto paralelo al nacional que, junto con el turismo y zona franca mantiene el país a flote.

3. -Que un 70% de las remesas son enviadas por mujeres a otras mujeres, madres y hermanas que se aseguran de que el dinero se utilice en el arreglo de la casita, en el pago de los estudios y la salud de los hijos, o el cuidado de los envejecientes, entre otros.  Todas obligaciones del Estado Dominicano que ellas suplen.

4. -Que las remesas, según estudio de Tahira Vargas, son enviadas mensualmente y si calculamos que hay casi dos millones de dominicanos fuera y somos ocho y medio millones  en Santo Domingo podemos asumir que aproximadamente la mitad de la población de la isla depende de algún modo de las remesas, lo que nos convierte en el décimo país en el mundo, donde estas juegan un papel fundamental en la economía.

5. -Que las remesas económicas también son remesas culturales, ya que los dominicanos “ausentes” también contribuyen al multilinguismo, la democratización de las relaciones de genero entre hombres y mujeres, y entre padres, madres e hijos, e infuencian la música, la moda y las costumbres de todo tipo.

6. -Que el poder económico que tiene la comunidad dominicana en el exterior debe traducirse en un poder ciudadano, para que  los y las emigrantes se den a respetar dentro y fuera de nuestros bordes, tanto por los gobiernos de los países donde residen como por nuestros representantes diplomáticos y consulares en el exterior.

7. -Que el aporte  fundamental de Juan Pablo Duarte fue unificar a los y las dominicanos en la lucha por la independencia y contra “los malos dominicanos”, y que ese legado debe transformarse en el logro de la unidad de nuestra gente en Europa, porque no es lo mismo reclamar de modo individual los derechos, que hacerlo a nombre de treinta o cincuenta mil dominicanos.

8. -Que hay que combinar el legado Duartiano  con la intransigente decencia de Juan Bosch, y traducir eso al ejercicio ciudadano de los deberes y derechos, denunciando a quienes se aprovechan del sudor de los y las mas pobres en Italia y toda Europa, que son nuestros emigrantes.

Al final de la misa, la comunidad reclamo cantar el Himno Nacional y entonces momentáneamente parecieron desaparecer las barreras y nos tendimos las manos, confiados en que la presencia de nuestra gente había tocado todos los corazones, aun los mas envilecidos por la avaricia y la falta de piedad, como Juan Pablo Duarte lo hubiese deseado. 

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