Romper el círculo

Romper el círculo

Deja dicho que todo lo ocurrido desde la muerte de Trujillo  no fue más que un círculo para llegar al mismo lugar desde donde partimos el 31 de mayo de 1961.

El control social, político, económico, policial, militar, judicial, el control total de las actividades nacionales saltó por los aires desde el momento mismo de la muerte del tirano.

De inmediato comenzaron a desatarse fuerzas contenidas por tanto tiempo, que ya no podían ser frenadas por ningún lazo formado por un conjunto de arbitrariedades, actuaciones ilegales, abusos de poder, amarres aparentemente legales que impedían a todos los ciudadanos el ejercicio de sus derechos.

A todos no, hubo siempre un grupo privilegiado que actuó con relativa libertad dentro del cerco impuesto por la tiranía: eran, por supuesto, los favoritos del régimen.

Los favoritos que disfrutaban de la bonanza de la tiranía, siempre que le sirvieran al régimen, no reclamaran derechos y cumplieran con todos los deberes y algunos más, como por ejemplo el de respaldar la autoridad más allá de lo humanamente posible.

Cuando estalló la libertad,  pudimos ver que el control estricto a que nos tenían sometidos era vulnerable. Rompimos el silencio, tuvimos la audacia, el arrojo, la disposición de decir cómo pensábamos y hallamos otras personas que pensaban igual que nosotros.

Así se formaron los grupos que se fueron a las calles a reclamar que la autoridad respetara a los gobernados. El logro de esa conquista fue un salto extraordinario en la relación política y en la relación humana.

Los derechos se conquistan y para conquistarlos hay que tener claridad de miras sobre hacia dónde queremos ir.

Como sociedad, en 1961, los dominicanos decidimos conquistar la libertad de vivir, la libertad de opinar, la libertad de trasladarnos de uno a otro lugar del mundo, la libertad de ser juzgados por magistrados probos, respetuosos de las leyes y cultores de la justicia.

Así nos fuimos a las calles en busca de aire fresco, de un horizonte amplio, de una vida en armonía con la naturaleza, con las leyes y con la convivencia social.

Años de lucha para que los gobiernos cumplieran su rol sin cruzar la raya de la ilegalidad, años de lucha para eliminar la prisión política, las deportaciones de ciudadanos.

Después de muerto Trujillo, iniciamos un camino que pensamos nos conduciría a la libertad y no sabíamos que la vía pudiera desembocar en un círculo peligrosamente presente: me refiero a una dictadura de partido que tiene en sus manos todos los poderes públicos, la guardia, la policía, el dinero de la corrupción y una ambición sin fondo.

Y uno se pregunta: ¿Lo vamos a permitir? Hay que volver a empezar.

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