Romper la inercia gubernamental

Romper la inercia gubernamental

HAMLET HERMANN
La inercia es la propiedad que poseen los cuerpos de permanecer en estado de reposo o de movimiento hasta que sobre ellos actúe una fuerza extraña. Si un camión está detenido, le hará falta una fuerza externa para moverlo, ya sea que lo empujen o que se encienda el motor que movería las ruedas. De la misma manera, si el vehículo está en movimiento, sería necesario oponer un obstáculo o un freno para que se detenga o disminuya su velocidad.

Si se aplica este concepto de la física a la administración del Estado dominicano se entendería lo que ahora podría estar sucediendo cuando un nuevo gobierno se estrena.

Muchos dominicanos tienen sus esperanzas depositadas en Leonel Fernández para que, por lo menos, frene la crisis que sufre el país. Además, ésos saben de sobra que no puede desperdiciarse un minuto ante la magnitud de la debacle. Saben que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) elaboró un programa de gobierno que abarcó todos los sectores del Estado. Sin embargo, los programas son apenas los titulares de las intenciones y de nada sirven si no cuentan con planes y proyectos listos para ser puestos en marcha. Si los encargados de cada departamento de la administración pública no pudieron elaborar estos proyectos durante la transición presidencial, lo lógico es que la estructura gubernamental siga haciendo lo mismo que antes. Entonces, nada cambiaría y se seguiría reproduciendo el desastre creado por el PPH. Y lo que se espera es que el nuevo gobierno trate de enderezar los entuertos.

Por esta razón es preciso romper la inercia del estancamiento del pasado gobierno colocando a un lado los discursos y las declaraciones al tiempo que empiecen a preparar y aplicar los planes y los proyectos. Allí donde haya actividad hay que seguir impulsando la maquinaria para aumentar su eficiencia. Allí donde esté detenida, habrá que empujarla para ponerla en movimiento. No puede subestimarse que la administración pública es manejada por personas cuya forma natural de actuar es la rutina. La creatividad anda volando bajito y la desidia es lo que prima en las oficinas gubernamentales. Todo lo que se salga de la rutina es desagradable para los burócratas y es preciso romper con esa inercia para que se cumpla con lo que Leonel ha prometido. Además de los planes, hacen falta timoneles, gerentes, jefes, líderes de cada sector de la administración gubernamental, supervisados permanentemente por el Poder Ejecutivo, que logren que el movimiento sea sostenido y productivo.

Otra inquietud viene dada a través de una pregunta: ¿Ha establecido el gobierno unas normas para la tarea de administrar el Estado o se ha dejado todo al buen juicio del funcionario de más alto rango en cada institución? Esos parámetros son lo que en las fuerzas armadas del mundo se les llama “reglas de enfrentamiento”. A cada soldado se le establece una norma para que actúe dentro de los objetivos que el mando superior aspira a alcanzar. En cada sector de la administración pública no debían seguir existiendo políticas diversas y, a veces, contradictorias con la línea presidencial. Pero contra esto conspira el hecho de que existen organismos del Estado que realizan el mismo trabajo y compiten entre sí, muchas veces anulando uno lo que el otro hace. Ahora bien, podría decirse que las normas que debían aplicarse están en el discurso inaugural de Leonel pero, ¿cuántos de los funcionarios se han tomado la molestia de conservar la versión escrita para consultarla y poner en práctica lo que el Presidente aseguró que iba a hacer? ¿Cuántos de ellos serían capaces de dejar de lado sus intereses personales para aferrarse a lo planteado por Leonel ante la Asamblea Nacional el 16 de agosto recién pasado?

Quizás nos estemos adelantando a los acontecimientos con este tipo de advertencia pero la administración del Estado no puede mantenerse en un limbo ni siquiera por un minuto. Los equipos de gobierno tienen que ser formados con prontitud y establecerles como norma que el objetivo fundamental es romper la inercia poniendo en movimiento donde haya estancamiento y orientando correctamente allí donde haya avance. Mucho bien haría a los peledeístas que el discurso inaugural del presidente Leonel Fernández fuera conocido en círculos de estudio de los empleados y funcionarios del flamante gobierno para que la obra sea coordinada y realizada en equipo. Como debe ser para que las cosas sean diferentes a como eran hace unos días.

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