Ronald Reagan y el tema azucarero en DCAFTA

Ronald Reagan y el tema azucarero en DCAFTA

Hace ya unos días que los resultados del recién firmado tratado de libre comercio DCAFTA para la industria azucarera dominicana han sido objeto de debate público entre productores, autoridades oficiales y comentaristas de la actualidad nacional.

Las opiniones respecto a lo negociado han sido variadas, y muchas muy mal planteadas, pues en ánimo de crítica tanto a favor como en contra han opinado personalidades que ignoran los bemoles del tema azucarero en el amplio espectro.

A propósito de no conocer, traemos a referencia una lección de liderazgo mundial que nos mostró el Presidente de los Estados Unidos de América Ronald Reagan, quien recientemente falleció. )La lección? No estamos obligados a saberlo todo, pero para no cometer errores, debemos asesorarnos con los mejores en cada tema, creer y verificar.

Ronald Reagan fue Presidente de la nación más poderosa del mundo, no tenía experiencia de estadista; era actor; y aún así, logró salir airoso de su mandato; no porque estuviese preparado en todos los ámbitos necesarios para regir una nación líder, sino porque tenía la buena costumbre de escuchar, aprender, y dejarse asesorar de los que si sabían dentro de cada campo, adicional a una memoria entrenada. En sus tiempos, la doctrina de Monroe «América para los americanos», se reflejó en la colaboración y el auspicio del desarrollo de los países de la región. Bajo su mandato el Presidente Reagan sometió al Congreso de su país la Iniciativa para la Cuenca del Caribe «(CBI)», mediante la cual los Estados Unidos liberalizó de aranceles todos los productos que exportan desde su territorio los países centroamericanos e islas caribeñas incluyendo nuestro país, con el propósito de impulsar nuestras exportaciones y el crecimiento económico en la región.

Con este acuerdo de libre comercio entre la potencia mundial y los pequeños vecinos, la doctrina de Monroe se proyecta desde un ángulo individual estadounidense en búsqueda de mercados para sus productores. La iniciativa de la Cuenca del Caribe está siendo hoy modificada mediante el DCAFTA con el propósito de que los productos norteamericanos reciban igual tratamiento cuando sean importados por los países signatarios de este acuerdo de libre comercio, tratándose de un acuerdo comercial, no de colaboración, donde cada parte debe velar por su propio beneficios y sus propias ventajas, tomando en cuenta cada una de sus realidades internas.

De seguir la costumbre estadista del fallecido presidente estadounidense, muchos errores podrían haberse evitado en negociación del DCAFTA.

De manera especial, solo para quienes no han tenido la oportunidad de nutrirse en el tema ni son especialistas en la materia, es importante ver y entender el detalle de un producto especial en el ámbito global, como lo es el azúcar, el cual es considerado sensible alrededor del globo completo, debido a la masa social que envuelve.

El caso de las negociaciones de este producto para la República Dominicana solo refleja, que quienes negociaron no entendían, desconocían el producto, desconocían el manejo internacional del dulce, y además, ignoraron las recomendaciones de una industria que está al día con los intereses internacionales sobre los mercados y que todo el tiempo se mantuvo presente y pendiente en cada ronda de negociación.

Cualquiera que tiene conocimientos azucareros sabe que el tema debido a su complejidad mundial ha sido lanzado a ser resuelto dentro del ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC); cualquiera que maneja información sobre producción azucarera conoce de las depresiones del mercado mundial y de cómo esta se produce; alguien conocedor sabe de los subsidios de los países desarrollados, alguien conocedor sabe que por alguna razón la nación más poderosa del mundo decide no abrir su mercado azucarero y hace clasificar dentro del DCAFTA como ayuda interna y no como subsidio el precio mínimo garantizado de que gozan los productores de ese país dentro del «Farm Bill».

El análisis de lo sucedido obliga tal y como ha pasado, a reflexionar antes de firmar el acuerdo de manera definitiva para evitar innecesariamente el colapso de una industria agrícola nacional, a favor de una industria extranjera subsidiada, además de indicarnos claramente la gran necesidad que existe e la participación directa de los conocedores en cada materia, y la obligación de los negociadores de escuchar, aprender, y conocer sus temas para evitar luego tergiversar la verdad con el fin encontrar culpables, hacer definitivo los errores y no verse obligados a buscar soluciones a sus equivocaciones.

Los intereses nacionales no deben tomarse a la ligera, y quienes tienen la responsabilidad de responder, están en la obligación de presentar soluciones, no de crear conflictos excusando sus actitudes.

La industria local azucarera, contrario a lo que hemos leído para excusar la negociación, siempre ha honrado sus acuerdos con su asignación de cuota preferencial; no es un privilegio que la República Dominicana tenga la asignación más grande dentro del mercado azucarero norteamericano; la industria dominicana históricamente se ha merecido esa asignación; basado en su producción y su cumplimiento, lo cual indica que no es una industria deficitaria ni poco competitiva. Más de trescientas páginas y numerosos estudios justificando esta mínima cuota dentro del acuerdo GATT fueron entregadas a nuestros negociadores para que entendieran que lo que su contraparte considera la mayor cuota, es menos de una cuarta parte de las exportaciones preferenciales de las que disfrutábamos dentro del mercado estadounidense cuando su histórico Presidente Ronald Reagan decidió apoyar a sus aliados del área caribeña.

Si hemos de hojear el acuerdo con los países centroamericanos, descubriremos, que las aspiraciones de un aumento de cuota de 140,000 toneladas, sería la suma proporcional al incremento de lo que se le brindó a Guatemala, y era un buen punto de partida para NEGOCIAR favorablemente el único producto agrícola que podía beneficiarse de este acuerdo firmado a toda velocidad.

De manera reiterada de forma verbal y escrita fueron presentadas las perspectivas negociadoras azucareras a los negociadores dominicanos, en donde se les mostró, que en este acuerdo el azúcar era el único producto del agro que podía significar aumento alguno en los ingresos del país.

El status quo sin incremento alguno hubiese sido mejor, tal y como fue planteado por los azucareros, que aceptar un incremento de la cuota preferencial a los Estados Unidos de 10,000 toneladas métricas a cambio de nuestro mercado interno.

Rectificar es de sabios, y estamos confiados en que tal como lo han indicado las autoridades, esta porción política del acuerdo será modificada.

La nueva aplicación de la doctrina Monroe es capitalismo puro y neto a su favor, y ese fue un detalle que no fue entendido. La consolidación de los beneficios que ya disfrutábamos en la legislación presentada por el Presidente Ronald Reagan, nos podría estar costando demasiado, tanto a nosotros, como a aquellos que se queden con nuestros mercados. Fueron generosas las intenciones de incentivar las riquezas y el desarrollo mediante la «CBI». Así hemos de recordar los tiempos y las lecciones que nos deja el Presidente Reagan, y las que nos dejara esta administración, de no rectificar los errores en esta negociación. Estamos seguros, que la memoria no nos fallara.

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