Roque Napoleón Muñoz: ¡La diferencia!

Roque Napoleón Muñoz: ¡La diferencia!

Sirvan estas reflexiones como homenaje póstumo  al fraterno amigo, Roque Napoleón Muñoz Peña, Polón Muñoz. Las escribí cuando asumí el cargo de Secretario de Estado de la SEDEFIR (1982-1986). Inspirado en la conducta de mi padre, como ciudadano y servidor público ejemplar, las coloqué en el umbral de mi despacho, para que me sirviera de guía moral y ética; el debe ser Kantiano. Ya para entonces, eran bien conocidas las virtudes de Polón, su rectitud, su honestidad. Gracias a su vida toda, que le imprimiría  vigencia plena, aquellas sencillas  reflexiones, escritas hace 40 años, conservan toda la lozanía de su primera ofrenda.

“Ascender a una función pública, siempre será más fácil que descender de ella con dignidad. Cualquier circunstancia puede encumbrar a un hombre a las más altas posiciones del gobierno; pero sólo su recta conducta, su sentido de responsabilidad,  su elevada moral,  podrán mantenerlo empinado en el corazón de su pueblo.

Cuando una persona asume una función pública, sabe de antemano que si ha de ejercerla con decoro y firmeza, no le faltarán enemigos y detractores. Si por miedo a tales riesgos, o por venalidad, reniega de su vocación de servicio y pliega sus alas, temeroso de remontar el vuelo, más le hubiera valido no aceptar  cargo alguno.

En el mundo hay muchos lugares para los holgazanes y los mediocres; pero muy pocos, para los virtuosos que prefieren no vivir atados, “con los pies en la tierra.” A ésos   se les tiene reservado, sin embargo,  el más permanente,  el más noble y el más seguro.

Dar la cara a la mirada del niño con una sonrisa, y mirar de frente a los ojos de los demás, sin sonrojo, es una forma de perpetuar una imagen que no se consigue con todo el oro ni el poder del mundo.

La diferencia de ser temido a ser respetado y querido, se encuentra en el hondón de la conciencia de cada quien; pero se revela en cada momento, en la cotidianidad, sin que el estruendoso homenaje lo pregone,  sin que la elocuencia del silencio lo calle.

Vivir de acuerdo con los dictámenes de la consciencia y la satisfacción del deber cumplido,  es la mejor manera de vivir.

La diferencia entre el hombre que existe y el hombre que medra; entre el vivir bien, ahíto de lujos, comodidades y riquezas, y el buen vivir, en serena paz con los demás seres, consigo mismo y su  propia conciencia es, sencillamente eso: ¡La Diferencia!

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