El verano es el momento de tomar vinos rosados porque se toman fríos y sus cualidades organolépticas lo hacen capaz de asociarse con un sinnúmero de comidas veraniegas, ya que en su mayoría son secos, sin llegar a ser muy secos. Antes de todo hay que saber que el líquido de la uva no tiene color, compruébelo, son incoloras. Hubo un grupo de asistentes de un cinematógrafo que pasó tres días buscando uvas blancas. ¡Realmente las buscaban blancas! Sabemos que la uva blanca es de color verde claro.

El vino obtiene su color por la maceración del mosto (zumo que sale de la uva) con las pieles y cáscaras de la uva. (*) La maceración se efectúa en una tina de temperatura regulada para controlar el momento deseado de la fermentación, y evitar así que suba mucho la temperatura, hecho que dañará el vino.

Generalmente hay dos métodos para hacer un vino rosado de calidad. El primero es el sangrado: suele dar vinos más aromáticos y de color rosado fuerte hasta obtener un color rojo claro (llamado Clairet). El sangrado consiste en sacar el mosto que sale de las uvas, ya estrujadas, justo cuando llegue al tono deseado. La fermentación que transforma el mosto en vino puede haber comenzado o no, depende del vinatero y sus facilidades.

Hay vinos que les llaman vino de una noche porque su maceración se hizo en ocho horas.

El segundo método consiste en prensar las uvas inmediatamente. El ligero contacto del mosto con las uvas, al ser aplastadas, le dará un color muy pálido. Después seguirá la fermentación.

Hay otros métodos considerados inferiores ya que el vino jamás tendrá el sabor ni la amplitud de uno que haya estado en contacto con las uvas mismas.

En Francia los Rose de Provence son más claros, pues la mayoría emplea el método de prensado inmediato; el resto de las regiones prefieren el sangrado: Rhodano (Tavel), Languedoc, Bordeaux, etcétera.

Todos los citados son secos, los rosados del Loira tienen mucha variedad entre niveles de dulzura.

En España, los rosados de Navarra son muy apreciados, son secos, sin ser demasiados, como sus primos bordeleses que tienden a ser de color rosado vivo.

En Alemania y Suiza hacen el Oeil de Perdrix (ojo de perdiz) que es muy pálido y casi dulce; si es de un buen productor es delicioso. En este caso es mejor servido como aperitivo.

Ideales con comidas aderezadas con ajo y tomate, los rosados acompañan casi cualquier comida del verano, especialmente platos fríos. No temen la hielera, pues son vinos sin complicaciones, listos para el placer y para servir bien frío.

¡Roses, olé !