Rosario Espinal – Una democracia maltratada

Rosario Espinal – Una democracia maltratada

En 1987 publiqué mi libro Autoritarismo y Democracia en la Política Dominicana, y el capítulo dedicado al análisis de los gobiernos del PRD de 1978 a 1986 lo titulé: “El PRD en el poder o el episodio de una democracia maltratada”. Hoy, 17 años más tarde, puedo utilizar de nuevo el título para escribir este artículo sobre el gobierno de turno.

En aquel entonces escogí la expresión “democracia maltratada” porque los gobiernos del PRD de aquellos años se agotaron en las luchas intra-partidarias, en la ineficiencia en el manejo estatal en medio de crisis económicas, y en la incapacidad de dar respuesta a los problemas sociales que agobiaban al pueblo dominicano. Así llegaron al 1986 para perder las elecciones y abrirle de nuevo las puertas al balaguerismo.

Hoy, además de esos problemas que caracterizaron los primeros gobiernos del PRD, y que también aquejan al presente, el gobierno se agota en el obstinamiento por una reelección presidencial en medio de una devastadora crisis económica, y en las marañas legislativas por alterar el order constitucional y electoral. Así pues, presenciamos un nuevo episodio de maltrato a la democracia dominicana, pero esta vez de mayor alcance que en 1978-1986. ¿Qué significa ésto en terminos politicos?

La crisis profunda y la posible destrucción del PRD. Los partidos politicos se sostienen en el tiempo por la confluencia de multiples factores, pero hay tres condiciones fundamentales que dan sotenibilidad a los partidos políticos: 1) la fortaleza y visión del liderazgo partidario, 2) la misión histórica en torno a la cual los partidos conforman una base social de apoyo, y 3) la estabilidad general del sistema político. Estos tres elementos no tienen que coincidir en cada momento histórico, pero por lo menos uno de ellos es necesario para que se sostengan los partidos.

En la actualidad, el PRD ha perdido las dos primeras condiciones y está debilitando la tercera. El PRD enfrenta una fuerte crisis en su liderazgo, el cual se encuentra atrapado en la dispersión y la confrontación, y empantanado en un proyecto reeleccionista que le era ajeno a su historia. El PRD ha perdido su misión histórica de ser el partido de las luchas democráticas, de la justicia social, de la esperanza del pueblo. Por el contrario, somete hoy a la población a grandes tempestades políticas y económicas que en vez de esperanzar empobrecen a la mayoría de la población. Y el PRD está contribuyendo a la desestabilización del sistema político dominicano, al mostrar una incapacidad profunda de articular los intereses de sus líderes y de elegir una candidatura legítima dentro de los marcos institucionales del partido y del sistema electoral dominicano.

El dislocamiento del sistema político dominicano. Si bien es cierto que la democracia dominicana ha tenido fallos e imperfecciones, no es menos cierto que en los últimos 25 años la República Dominicana ha vivido el período más importante de democratización en su historia, y en algunos de esos años también experimentó procesos importantes de crecimiento y modernización económica. Más recientemente, entre 1992 y el 2002, la República Dominicana vivió lo que he llamado “los años dorados”.

Este fue un período en el cual se logró la estabilidad macroeconómica, los sectores empresariales y medios crecieron y prosperaron, la sociedad civil se organizó y luchó por reformas políticas que contribuyeron a la transparencia electoral a partir de 1996, y se emprendieron proyectos de reforma en la justicia. Fue también un periódo en el que gobernaron los tres partidos mayoritarios, y en el que el pueblo dominicano le otorgó al PRD una mayoría en todos los poderes del Estado para realizar su misión histórica de democracia y justicia social. No fue idílico el período 1992-2002, pero es lo más cercano al idilio que la República Dominicana ha vivido en su historia.

Aunque desde el 2000 asomaron signos de posible crisis económica, fue en el 2003 que se produjo el desplome económico y luego político. BANINTER y el anuncio de la intención de reeleción presidencial fueron los detonantes de las crisis, y la aprobación de la reelección presidencial por el congreso en el 2002 fue el presagio.

Lo que podría venir. La crisis interna del PRD, agudizada por el proyecto reeleccionistas, ha dislocado no sólo al PRD, sino también al sistema político dominicano, sometiendo a presión desmedida todos los poderes del Estado: al poder legislativo, al poder electoral, y al poder judicial. Por su parte, la crisis administrativa que afecta las instituciones gubernamentales aumenta la incapacidad del gobierno de dar pautas efectivas para enfrentar la severa crisis económica.

Cuando el sistema democrático entra en una fase de dislocamiento como el que ocurre hoy en la República Dominicana; es decir, cuando las instituciones públicas no funcionan como deben y se alteran las reglas del juego político concomitantemente en multiples instancias del poder, el sistema democrático entra en una zona de peligro donde la ruptura política es un resultado muy probable. La existencia de liderazgos alternativos al PRD, las elecciones presidenciales en fecha cercana, y el hecho de que el país ha vivido otras crisis político-electorales y ha salido de ellas sin ruptura del régimen democrático, puede llevar muchas personas a pensar que el país está inmerso en una crisis más (aunque agudizada) de las tantas que ha vivido en las últimas décadas. Es probable. Pero hay también otro escenario posible a considerar: la ruptura del sistema político o el fin de la democracia. Lo que ocurra de ahora a las elecciones de mayo se convertirá en el detonante de una u otra alternativa. El PRD y el gobierno del Presidente Hipólito Mejía son actores cruciales en este proceso y tienen una gran cuota de poder y de responsabilidad para contribuir a recuperar la democracia descarriada, o continuar maltratando la democracia dominicana hasta llevarla a su agonía. La receta para una u otra alternativa es clara.

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