El amor verdadero, sólido, contra viento y marea, capaz de permanecer en el tiempo existe, y, una muestra de esto es la pareja de esposos Rossina Guerrero Heredia y Gabriel De Peña quienes tras más de tres décadas de matrimonio aún muestran satisfacción cuando hablan de las cualidades que les llevaron a enamorarse… y ¡a primera vista!
A propósito de que este próximo martes se celebra el Día de los Enamorados, quisimos recrear la historia de una pareja que representara la fortaleza y la robustez del amor verdadero a través de los años, y elegimos al matrimonio compuesto por Guerrero Heredia y De Peña.
¿Cómo y dónde se conocieron? “Esa pregunta tiene dos respuestas”, dice Rossina: “ya que, aunque nos conocimos en la carrera de Go Karten, no pasó de ser una presentación. Sin embargo, ambos compartimos miradas a lo lejos después de la presentación.
“No fue hasta una semana después que estando en el piano bar del Santo Domingo Country Club lo vi cerca del bar, a donde decidí llamar su atención; me dirigí al bar y no hice mucho esfuerzo para ser atendida, cuando él se me acercó y me preguntó si quería algún coctel. Desde ese día hemos permanecido hasta el sol de hoy”.
A la interrogante sobre si hubo atracción a primera vista, rauda y veloz Rossina responde: “Definitivamente sí”, pero no se hicieron novios de inmediato debido a que a pocos días de conocerse murió el padre de Gabriel, por lo que no fue hasta las próximas navidades -dos meses después- cuando él la presentó formalmente como su novia.
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¿Qué le atrajo al uno del otro?, a ella, expresa Rossina, la caballerosidad, educación y la conexión que se dio desde el primer día, mientras que, Gabriel dice que a él le atrajo la belleza, dulzura y su alegría.
“De ella me gustó su cuerpo de bailarina de ballet y su belleza, no solo física, sino también su personalidad y claridad en lo que quería, lo cual a futuro fue fundamental en momentos de decisiones, una vez conocí su familia también supe que era a la que quería pertenecer”.
¿Qué fue lo que determinó que entendieran estaban hecho el uno para el otro? “Después de dos años de noviazgo, Gabriel tenía que continuar sus estudios en el exterior y se confabuló con mis padres para, en una cena con toda la familia, pedirme matrimonio”, cuenta Rossina. Ella aceptó. “Esos dos años de noviazgo habían sido una secuencia de momentos felices y aventuras juntos”.
Sobre los inicios de la pareja cuenta Rossina que a los pocos meses de casados emigraron a New York, a donde ambos continuaron sus estudios. “Sin duda alguna, podemos decir que fueron años inolvidables donde hicimos un gran grupo de amigos y fuimos grandemente felices pese a que para ninguno el dinero fuera nuestro fuerte como estudiantes. Siempre hemos trabajado los dos y hemos hecho un gran team”.
Nos cuenta que alquilaron su primer apartamento por la suma de US$460, porque el apartamento estaba habitado en aquella época por su hermana, quien se mudó y se lo cedió.
“Fue una gran oportunidad para nosotros en nuestros inicios. Al año de estar allí conseguimos otro apartamento en una zona en la que vivía un primo médico, que nos avisó que había uno disponible para alquiler. Ese pequeño apartamento en New York fue escenario de lo que pudiéramos recordar como de los mejores de nuestras vidas”.
Rossina nos cuenta en esta historia una anécdota de los primeros meses de convivencia, en la que descubrieron cualidades de personalidad que ni sospecharon durante el noviazgo.
Dice que vivieron muchos momentos maravillosos, pero una cualidad que descubrió de ‘Gaby’ fue que producto de que él había sido criado en una academia militar en Virginia, “una vez nos despertábamos como por acto reflejo tendía la cama y a veces hasta una moneda tiraba, tenía grandes cualidades, sobre todo para la limpieza, a tal punto que todos los amigos cuando llegaban sabían que esa había sido la semana que le tocaba a Gaby la limpieza”.
En tanto, dice Gabriel, Rossina auxiliada con libros que le mandaba su madre, se hizo una gran chef, lo que le permitió que vivir fuera del país “no nos apartara de nuestra cultura culinaria. Ni el inmenso frío ni la lejanía de la familia nos hicieron desmayar de las metas que nos habíamos trazado al iniciar nuestro matrimonio”.
Sobre las claves para salir adelante, esta la pareja unida en matrimonio el 6 de abril de 1990, afirma que son: el amor, la confianza y la libertad. “Amor porque desde hace casi 33 años que nos casamos un 6 de abril y hasta hoy nos lo hemos demostrado estando siempre en las circunstancias difíciles que nos trae la vida, siendo un gran soporte el uno para el otro. Confianza, porque ningún matrimonio sobrevive si no hay confianza, una vez rota, la desconfianza es el mayor enemigo del matrimonio, y libertad, porque cada uno en nuestras áreas ha podido volar, porque tenemos la certeza que el vuelo siempre tiene un regreso a casa. Pensamos que esas tres palabras son las claves del éxito de nuestro matrimonio”.
La llegada del primogénito
Nos dice Rossina que la llegada de su primer hijo significó un gran cambio en sus vidas. Gabriel Eduardo llegó cuando tenían 25 y 32 años de edad, tres años de matrimonio, y residiendo en New York. Además de Gabriel Eduardo, tienen a Ana Gabriel y a María Alejandra.
Gabriel Eduardo decidió seguir los pasos de su padre, es también médico especializado en ginecología, dice. Tiene 30 años de edad y cuenta su madre que “ha sido una gran bendición como hijo y un aliado por su profesión en tiempos difíciles”.
Mientras que, Ana Gabriela, la segunda de 27 años de edad, es graduada en psicología, y tiene tres maestrías. “Es una joven que cada día nos sorprende con su madurez y compromiso hacia la familia y profesión”, en tanto que María Alejandra, la más pequeña de 25 años, es arquitecta, con dos maestrías.
“Siempre una estudiante de honores, responsable amante de la escritura, es la parlanchina de la casa, la que siempre tiene una historia que contar”.
¿Cuál ha sido el éxito de su matrimonio? A esta interrogante Rossina responde: “Soñar juntos y por cada sueño logrado uno más por construir. Nuestro gran éxito son nuestros hijos, jóvenes profesionales con corazones inmensos y gran vocación de servicio”.
Respecto a los escollos más difíciles de superar y cómo pudieron lograrlo? El ginecólogo obstetra, Gabriel De Peña dice que el lema ha sido, “Dios premia los valientes”, y que bajo esa premisa siempre han actuado según sus principios y sus sueños personales. “En el caso de Gabriel él cómo médico innovador de técnicas quirúrgicas, en muchos momentos por desconocimiento, recibió ataques de colegas. Fuera de eso hemos tenido una vida apacible con los logros normales de una pareja que ha logrado lo que tiene en base al trabajo en equipo”, sostiene Rossina.
Sin embargo, dicen que no cambiarían nada. “Quizás hubiésemos tenido un hijo más”. A los jóvenes matrimonio les dicen que: “el amor existe, con el tiempo cambia de formas y son esos cambios los que lo fortalecen. La confianza es fundamental, y la vida enmarcada en el matrimonio, hijos y nietos, merece ser vivida en pareja”.