Rudolph Giuliani

Rudolph Giuliani

El  ex alcalde de Nueva York (l994-2001), Rudolph Giuliani, nos visitó en estos días, exponiendo su tesis relativa a seguridad, que le reportaron tanto éxito que hasta se inspiró en pretender la presidencia imperial.

En su gestión en “la ciudad que no duerme”, Giuliani consiguió reducir de manera impresionante el crimen en la Babel de Hierro (y ladrillos), y los facinerosos del Bowery desaparecieron como por arte de magia, y hasta el día de hoy no se conoce sus paraderos.

Nueva York lució regia. Giuliani eliminó el oprobio de la prostitución y la pornografía en la famosa calle 42 de Manhattan, La Gran Urbe, la alcaldía inolvidable de Fiorelo La Guardia.

Tanto fue el éxito de Giuliani,  que decidió trasvolar su gestión edilicia en una empresa privada de seguridad, no los guachimanes de nuestro solar, sino una empresa efectiva y científica de seguridad, que inclusive el arisco presidente ecuatoriano Rafael Correa utiliza sus servicios.

Es posible que esos propósitos lo condujeran a visitarnos, explayándose en una asignatura que sin lugar a una pizca de dudas, domina.

Aunque la delincuencia presenta cuadros de conducta muy análogos, los entornos difieren, y si también la indefensión o la pobreza son caldos de cultivos donde se cuece  el resentimiento social, las raíces de estos problemas sociales también son distintos en cada escenario.

Resumiendo y yendo al fondo del caso, el escenario delincuencial vernáculo tiene referencias específicas en la educación inexistente en la mayoría de los hogares dominicanos de todos los niveles sociales y económicos, porque delincuentes harapientos es una faceta y la otra los residentes en sectores elegantes y opulentos.

La cuestión no solamente radica en el control o extirpación del mal, sino en sus orígenes, causas y no efectos.

Barrio Seguro ha fracasado porque no se han implementado los mecanismos sociales de apoyo a las causas, y se ha relegado en la fuerza los efectos.

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