El anuncio de la candidatura de un carismático indígena boliviano terminó en una riña entre algunas de sus seguidoras, cholitas aimaras, contra otras que lo criticaban y que se asemejó a un típico estilo de lucha libre en Bolivia.
Lo que debía ser una declaración normal del exviceminsitro Rafael Quispe terminó en una disputa política que primero tuvo insultos y luego agresiones físicas con tirones de cabellos y revolcones en plena plaza Murillo, sede del Ejecutivo y el Parlamento en La Paz.
La exautoridad, conocido como el «Tata Quispe» por su picardía y popularidad en redes sociales, asistió a ese espacio público para anunciar su postulación como gobernador de La Paz tras la convocatoria a las elecciones subnacionales lanzada por el ente electoral en la víspera.
El conocido político, que ocupó varios cargos durante el Gobierno interino de la expresidenta Jeanine Áñez, hablaba con decenas de periodistas hasta que un grupo que aparentemente simpatizaba con el Movimiento al Socialismo (MAS), del presidente boliviano, Luis Arce, comenzó a increparlo.
«¡Maleante, ladrón, Judas!», le recriminaron a Quispe al considerar que nunca debió ser parte del bloque contrario al MAS de Evo Morales.
La tensión subió cuando alguien arrebató el tradicional sombrero de autoridad indígena que llevaba Quispe y de inmediato varias cholitas partidarias del «Tata» emprendieron la lucha por recuperar la prenda arrebatada.
Hubo forcejeos, hasta que una de ellas dio con el principal provocador al que varias mujeres sujetaron hasta caer todos al piso a pesar de que la Policía intentaba con algunas súplicas parar la riña.
Unos metros más allá estaba Quispe solo esperando el desenlace de ese forcejeo que tuvo una segunda parte cuando minutos después una de las cholitas partidarias se enfrentó con otra que le lanzó más improperios.
Las mujeres se agarraron a empellones, tirones de cabello y arañazos, hasta acabar en el piso.
Esas escenas se han asemejado mucho a la lucha libre boliviana en la que intervienen algunas cholitas, una actividad que se ha convertido incluso en un atractivo turístico para los extranjeros que visitan Bolivia.
«He recibido insultos, amenazas. Me golpearon varias veces y algunas con intento de muerte», «las hordas del MAS quieren mi cabeza», escribió Quispe horas después en Twitter.
«A eso lleva el odio y el resentimiento de gente marcada por la amargura!!! Adelante Tata, mi solidaridad con usted», fue el apoyo de la expresidenta Áñez en redes sociales.
Este ambiente de tensión es el que se replica en algunos espacios como oficinas públicas y algunos sectores sociales, donde ha sido repetitivo que algunos grupos identificados con el MAS pidan la renuncia de los funcionarios del Gobierno anterior acusándolos de «golpistas» y «traidores».