Rufino de la Cruz fue el héroe que condujo el vehículo que llevó a las Hermanas Mirabal a ver a sus esposos presos en Puerto Plata; no era el “chofer” de las tres mártires, sino un compañero del Movimiento 14 de Junio, como revela el escritor Luis Fausto Disla en una investigación.
Luis Fausto indagó lo relativo a Rufino, donde deja claro que muchos se negaron a acompañar a las muchachas, y él se ofreció porque estaba comprometido con la misión del movimiento.
Relata que el vehículo en el que viajaron, un todoterreno Toyota Land Cruiser, propiedad de la familia Bournigal González, fue buscado a propósito por ser más confortable y seguro, sobre todo para la líder del grupo, Minerva, siguiendo las instrucciones de los dirigentes del 14 de Junio.
Quienes hacían siempre de choferes de las Mirabal, se negaron a acompañarlas por temor a sus vidas, dada la férrea represión que ejercía el SIM sobre esa familia.
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En esa época, para viajar de un pueblo a otro, se requería un permiso otorgado por la fortaleza o cárceles locales. Para obtener el permiso de viaje a Puerto Plata, debieron ir primero a la fortaleza de Salcedo, donde lo obtuvieron para viajar a Puerto Plata, cuya ruta contemplaba una escala en Santiago.
Ese viaje sin regreso, como narra Luis Fausto Disla, se produjo el viernes 25 de noviembre de 1960, día en que se ejecutó el más cruel y sádico de los crímenes de la dictadura.
“A su regreso, y luego del asalto al todoterreno en el puente de Arroyo Marapicá estos asesinos se trasladaron al paraje Los Cañaverales de Puerto Plata, masacraron a palos a estos cuatro seres humanos y, no conformes, kilómetros más adelante, sus cadáveres fueron introducidos al jeep y arrojados al precipicio Arroyo Bellaco, situado en Guazumal, Tamboril, próximo a La Cumbre, para divulgar la noticia de que había ocurrido un accidente”.
En su narrativa, Luis Fausto menciona que la naturaleza lloró, hubo una intensa lluvia que dificultó el rescate de los cuatro cadáveres.
Rufino, además de ser masacrado a palos, fue ahorcado antes de ser lanzado al precipicio. El sábado siguiente, día de mucho dolor y desasosiego, el cadáver de Rufino le fue entregado a su esposa, doña Deliza González Pantaleón, quien lo recogió en la casa de doña Chea, la madre de las Mirabal, hacia su residencia matrimonial, en el paraje El Gorro, Villa Báez, en Ojo de Agua.
Al sepelio de Rufino solo asistieron mujeres; los hombres no se atrevían a salir por el miedo y la represión.
Por gestión de Luis Fausto Disla, conocemos que Rufino fue un solidario compañero que ayudó como chofer circunstancial, porque nadie se atrevía a transportar a las heroínas a Puerto Plata.
Rufino nació el 16 de noviembre de 1923 y, a los cien años de su nacimiento y los 63 del vil asesinato, la Comisión de Efemérides Patrias, el Club Recreativo y Cultural Conuco y el Grupo Cultural Conuco Ayer y Hoy honraron su memoria y reivindicaron su heroísmo.
El 18 de noviembre, los aguaceros de ese día de tormenta no pudieron frenar el homenaje a Rufino de la Cruz en su tierra natal, y el 25, en Guazumal, fue colocado el merecido busto de Rufino de la Cruz junto a las heroínas.