Ruidos entre empresarios y gobierno

Ruidos entre empresarios y gobierno

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
El cruce de opiniones y enfoques diferentes entre importantes grupos empresariales y funcionarios de alto nivel del área económica del gobierno está introduciendo unos ruidos que, para quienes observamos, nos parecen innecesarios y trastornadores. Los pareceres del empresariado parecen indicar que el gobierno no ha sido suficientemente claro con sus directivos y miembros, o sí lo ha sido, pero éstos han decidido cambiar su visión sobre la naturaleza de los problemas económicos del país y sus soluciones. O, lo que sería peor, el gobierno ha dicho una cosa por otra.

En los meses finales de la administración del Presidente Hipólito Mejìa cundía en el país una gran desesperación por el mal estado en que se encontraba la economía. Las ventas y las compras estaban paralizadas, la estratégica industria de la construcción estaba casi en cero, el dinero escaseaba en las calles, el servicio eléctrico era pobre y caro, el déficit del sector público consolidado estaba por las nubes y el valor de la moneda se devaluaba cada día, y todo con una triple quiebra bancaria de fondo. Ante un hecho así y ante los fracasos del gobierno en su intento de cumplir un acuerdo de auxilio con el Fondo Monetario Internacional, se entendía que era imprescindible que viniera un nuevo gobierno y pusiera las finanzas y la economía en orden.

Cuando en la transición de un gobierno a otro los peledeistas empezaron a negociar con la gente del Fondo Monetario Internacional, comenzó a pregonarse, según se lee en los periódicos de esos días, que la República Dominicana tenía que firmar un nuevo acuerdo con el FMI y que la misión de este convenio era, principalmente, poner en orden las finanzas y someter al sector financiero a un fuerte programa de reforma, para poner al país en condiciones de iniciar un proceso de crecimiento. La puntualización se hizo más de una vez: será este un período indispensable de ajuste que conllevará un leve crecimiento económico, porque de otra manera no podría reordenarse la casa.

Se entendía, asimismo, que varias de las medidas monetarias y fiscales que se adoptaran serían reglas de transición, si se quiere de urgencias, porque era necesario que el paciente fuera mantenido en cuidados intensivos. Luego vendrían, como está consignado en la carta de intención entre el gobierno y el Fondo Monetario, unas reformas monetarias, fiscales y crediticias que tendrían como propósito fundamental darle una configuración definitiva a la economía y las finanzas.

Pero los ruidos que se escuchan, las quejas de los empresarios y las respuestas de funcionarios gubernamentales –algunas muy destempladas— permiten pensar que entre uno y otro ha habido falta de información o, como en los foros internacionales, se hablaba formalmente de lo mismo pero con significados diferentes. Las desavenencias y puntos de vista diferentes indican que se hace necesario regresar a la mesa de negociaciones para hablar sobre el momento económico que vive el país, sobre el sentido de las medidas que se ponen en marcha y sobre los logros que se esperan.

En las circunstancias actuales, el país necesita que dos motores tan estratégicos para el futuro económico, como son el gobierno y el sector privado, actúen de forma conjunta, de forma complementaria y con pleno entendimiento de hacia donde nos dirigimos. La crisis es profunda y con múltiples ramificaciones. Hay zonas, como la cambiaria, que han respondido de forma positiva, pero este es solo un factor. Pero todavía faltan medidas tan o más dolorosas que las que están en marcha, porque el antídoto siempre va en correspondencia con la intensidad del mal.

Los funcionarios y técnicos del gobierno deben entender, por lo demás, que corresponde a ellos tomar la iniciativa para volver a conversar con los empresarios. La condición de gobernantes no los exime de la gentileza de explicar a los empresarios y hombres de negocios, y a la población en general, incluso, sobre las medidas en marcha. Este ejercicio debe hacerse cuantas veces sea necesario, como el médico explica a su paciente, una y otra vez, los efectos secundarios de las medicinas que ingiere, porque cuando estos aparecen solemos asustarnos y se nos olvidan las advertencias que nos hizo el galeno.

El gobierno tampoco debe añadir al estruendoso ruido político que tiene por delante, un zumbido o un chirrido en sus relaciones con los empresarios.Los empresarios tienen quejas y reclamos muy concretos sobre cuestiones que están perjudicando sus negocios, y deben ser escuchados.

bavegado@yahoo.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas