Si hay un deporte que ha tomado auge durante los últimos años ha sido el atletismo, y específicamente el público que asiste a los grupos de corredores, y que participa de maratones. Esta actividad ha brindado a nuestra población una herramienta clave en la lucha contra el sedentarismo y la obesidad, además de que ha servido como motor para la realización de innumerables actividades con fines de recaudación de fondos para ideales muy nobles de nuestra sociedad.
Ha sido loable la forma en que la población en general ha encontrado en el atletismo y la corrida de maratones, una salida saludable a los problemas de la vida diaria, y logran compartir en ambientes sanos, con personas que persiguen el mismo objetivo: mantenerse saludables.

Esto, sin embargo, puede perjudicar al atleta en caso de no realizar la preparación previa necesaria para participar en esos eventos de maratón, que en ocasiones trascienden los famosos 5k y 10k, llegando al medio maratón oficial (21k) y el maratón original de 42k, o simplemente no respetando el descanso entre eventos, ya fuere pasivo o activo, podríamos recibirlos en consulta de rehabilitación con lesiones que podrían ser prevenibles.

Por lo fácil que se hace el acceso a lugares donde se pueda correr, se convierte en una de las principales armas para realizar los importantes cambios en el estilo de vida propios de la rehabilitación funcional de pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles, pero no se escapa a los principios de entrenamiento, particularmente el de individualización, con respecto al gesto, equipamiento (calzados), competiciones y dosificación de las cargas.

Los pacientes en sobrepeso deben preferir otros deportes de menor impacto.