Ahora debe prepararse para una guerra larga y de desgaste contra un adversario más motivado, a juicio de un destacado experto
Las autoridades rusas planearon una campaña rápida en Ucrania que concluyese con un cambio de gobierno, al estilo de la anexión de Crimea en 2014, pero ahora debe prepararse para una guerra larga y de desgaste contra un adversario más motivado, a juicio de un destacado experto sobre Ejército ruso.
Michael Kofman, director de Estudios Rusos del centro especializado en análisis militar CNA, reconoció en una conferencia virtual que los primeros días del conflicto en Ucrania fueron “sorprendentes y reveladores de algunos de los problemas de las Fuerzas Armadas rusas”, pero que tras ello Moscú ha cambiado la estrategia.
“Sus cálculos les llevaron a recrear una versión ampliada de Crimea en 2014. Pensaban que sería una cuestión de días, que se evitarían grandes combates y se conseguiría un cambio de régimen en Kiev”, señaló.
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Esa estrategia se vio en cómo, al principio de la invasión, muchos vehículos rusos avanzaban en pequeños destacamentos alejados del convoy. No anticipaban demasiada resistencia, pero rápidamente se encontraron con emboscadas que los aislaron de las líneas de suministro y les obligaron a replegarse. “La forma en la que operaron en las primeras 48 horas era como si se encontrasen en su propio país.
El Ejército ruso no ve la guerra en Ucrania como un conflicto expedicionario”, subrayó Kofman, para quien el “chovinismo” influyó de manera decisiva en la planificación bélica.
Parte de la explicación radica en que los soldados rusos pensaban encontrarse con la complacencia de la población, algo muy distinto a lo que les esperaba en realidad, lo que obligó a reajustar sus tácticas tras 4 días de combates.