Rusos sufren las penurias que ocasiona la devaluación

Rusos sufren las penurias que ocasiona la devaluación

En Rostov del Don, ciudad portuaria rusa de 1,1 millones de habitantes situada al este de la frontera ucraniana, las señales de las consecuencias de la caída del rublo se ven por todas partes. Está el empresario de 27 años cuyo depósito está hasta el techo de azulejos importados de España que sus clientes ya no pueden pagar.

Está la contadora a la que le extrajeron un diente de adelante y de pronto se dio cuenta de que el dinero no le alcanzaba para pagar el implante importado que necesitaba para reemplazarlo. Y está la diseñadora de interiores que se ha resignado a no recibir una bonificación de fin de año después de ver desplomarse las ventas de la tienda de muebles europeos en la que trabaja.

Si bien el presidente Vladimir Putin se jacta de que su gobierno ha sido cauteloso al gastar las reservas de divisas para defender el rublo, la decisión de no adoptar un enfoque más activo se suma al aumento de la inflación que sofoca a la economía rusa. En las ciudades del sur como Rostov del Don, donde los salarios no se equiparan a los de Moscú, los perjuicios son más evidentes: las tiendas de electrónica, los negocios de ropa y los restaurantes están más vacíos y los anuncios que tratan de atraer a clientes escasos de fondos están por todas partes.

“Nadie compra”, dijo Alyona Romanenko, la diseñadora de interiores de House and Decor, mientras esperaba sentada que apareciera algún cliente. Como el rublo cayó 23 % frente al euro y 30 % frente al dólar este año, la tienda ha elevado los precios en forma constante para acompañar ese ritmo de devaluación. Calcula que aproximadamente la mitad de los clientes a los que asesoraba para la compra de muebles han aplazado sus pedidos. “Mis clientes están en mala situación en este momento y yo también”, señaló.

La liquidación del rublo que comenzó a comienzos de año con el conflicto con Ucrania -y las sanciones internacionales que provocaría- se intensificó conforme se desplomaba el precio del petróleo, el mayor producto de exportación de Rusia, y el banco central tomaba medidas para permitir que la moneda flotara más libremente.

El tipo de cambio cayó 13 % en el último mes, a 46,7306 por dólar, la caída más marcada desde 2009. Después de gastar más de US$70.000 millones de reservas de divisas para frenar las caídas en los primeros diez meses del año, el banco central sólo utilizó US$1.000 millones en noviembre. Ninguna otra gran moneda del mundo cayó más en 2014.

En una entrevista de la semana pasada dijo que la baja del petróleo podía ser “catastrófica” para Rusia, Putin destacó que las autoridades habían gastado las reservas “con moderación”.

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Inflación

La mayor debilidad de la moneda da al gobierno más rublos por cada dólar que gana con la exportación de petróleo, lo que ayuda a apuntalar el presupuesto, pero también contribuye a impulsar un índice de inflación que ya está en el nivel más alto en tres años de 8 % al hacer subir el precio de las importaciones. Hasta ahora, Putin conserva su popularidad, ya que tuvo un índice de aprobación del 86 % según una encuesta.

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