Saakashvili, nuevo presidente de Georgia

Saakashvili, nuevo presidente de Georgia

TIFLIS (AFP).- El artífice de la caída del presidente de Georgia Eduard Chevardnadze y líder de la oposición radical, Mijail Saakachvili, de 36 años, se convirtió este domingo en el nuevo presidente de esta república de 4,4 millones de habitantes.

La victoria de su «revolución de la rosa» –llevaba una rosa en la mano cuando ingresó al Parlamento el 23 de noviembre pasado para exigir la renuncia de Chervardnadze– lo convirtió en el hombre más popular de Georgia.

Mientras que durante los últimos años Chervardnadze escandalizó a sus compatriotas coleccionando mansiones lujosas, Saakachvili los impresionó ayudando a los pobres de Tiflis a reparar sus techos, siendo ya jefe del Concejo de la capital -donde vive un tercio de la población georgiana- y elevando en 22% el miserable nivel de las jubilaciones.

El dirigente opositor lideró las protestas que siguieron a las controvertidas elecciones legislativas del 2 de noviembre que precipitaron la caída de Chevardnadze.

Luego de tres semanas de movilización, Saakachvili juzgó finalmente que el «día de la revolución de terciopelo» había llegado.

«¡Renuncia!», gritó en el hemiciclo mientras Chevardnadze intentaba pronunciar el discurso de investidura del nuevo Parlamento, que quedó frustrado por la irrupción de la multitud en el recinto.

Una inteligente mezcla de negociaciones -con el jefe de la diplomacia rusa, Igor Ivanov, como mediador- y de presión popular, condujo al ex presidente a renunciar, dejando a Saakachvili la vía libre.

El nuevo presidente realizó sus estudios de derecho en Estados Unidos. Además, pasó por el Instituto de Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia), lo que le permitió conocer las instituciones europeas. Tras haber trabajado algún tiempo en una empresa neoyorquina, Saakachvili regresó a Georgia como protegido del ex partido de Chevardnadze, la Unión de Ciudadanos, del que rápidamente se convirtió en líder. En el 2000 fue nombrado ministro de Justicia.

Pero este reformista radical y pro occidental pronto se sintió incómodo trabjando con un gobierno al que juzgaba minado por la corrupción.

Saakachvili no cesó de denunciar la corrupción de los responsables del régimen, que se enriquecían mientras más de la mitad de la población vivía por debajo del tope de pobreza (54%, según el Banco Mundial).

Chevardnadze no lo sostuvo y Saakachvili debió renunciar el año pasado, cuando fundó su propio partido.

El dirigente se convirtió casi inmediatamente en uno de los líderes de la oposición, criticando cada vez con más fuerza al régimen en el poder.

Los detractores del líder opositor ven en él a un «populista ultra ambicioso» en busca de publicidad. Sus simpatizantes notan que cambia de tono si habla en inglés o en francés con responsables extranjeros o si se dirige a la multitud en Tiflis.

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