El sábado 24 de abril de 1965 parecía un día como otro cualquiera de los vividos en esos tiempos de tantos afanes. En esa misma fecha, los periódicos El Caribe y el Listín Diario publicaron en sus primeras páginas y en grandes titulares la noticia de que el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo responsabilizaba al gobierno de facto del posible fracaso de la reforma universitaria a tiempo en que le exigía el pago de las deudas contraídas por concepto de mensualidades atrasadas en cumplimiento con lo especificado en la Ley 5778 que disponía, y que aún dispone, que el Estado dominicano financiara a la Universidad Primada de América con un subsidio anual de no menor al cuatro por ciento del Presupuesto Nacional. También, en esa misma fecha, los periódicos mencionados se hacían ecos de noticias referentes a unos incendios forestales en la región del Cibao causados por una sequía que para esa época estaba azotando el país. A media mañana de ese mismo día 24 de abril ocurrió en el Campamento 16 de Agosto un hecho inusual: cumpliendo orden expresa el coronel Miguel Hernando Ramírez el capitán Mario Peña Taveras de la Oficina Administrativa, secundado por el personal alistado de esa misma dependencia detuvo al general Rivera Cuesta, Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional y a todos sus acompañantes.
A la 1:30 de la tarde del sábado 24 de abril de 1965, la voz del doctor José Francisco Peña Gómez tronaba en el programa radial del Partido Revolucionario Dominicano Tribuna Democrática que se transmitía en una radioemisora local, dando a conocer la noticia de que en el Campamento 16 de agosto, sede de la Cuarta Brigada del Ejército Nacional, se había iniciado una revuelta militar para deponer el gobierno de facto del Triunvirato que encabezaba el doctor Donald Reid Cabral. A las 2 de la tarde de ese mismo día, oficiales del bando sublevado irrumpieron en la Radio Televisora oficial para trasmitir un comunicado en el que daban a conocer sus propósitos de reinstalar en el poder al presidente Juan Bosch, derrocado dos años antes por un golpe militar, y de poner en vigencia la Constitución de 1963. Dos horas después, otro recinto del Ejército Nacional, el Campamento 27 de febrero, se unía a los sublevados.
Alrededor de la 5 de la tarde del 24 de abril, en los alrededores de la Televisora oficial, tuvieron lugar los primeros combates entre tropas sublevadas y efectivos policiales leales al gobierno de facto, registrándose muchas bajas entre estos últimos. La irrupción de tropas de infantería del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) apoyadas por unidades blindadas comandadas por el coronel José de Jesús Morillo López impidieron que las tropas rebeldes terminaran de aniquilar a las fuerzas del orden. Ante la superioridad de las reforzadas tropas leales al gobierno de facto, los sublevados optaron por retirarse.
Al caer la tarde del 24 de abril, la alegría de los primeros momentos se había tornado en incertidumbre. A las 7 de la noche de ese mismo día, Reid Cabral anunció por una cadena de radio y televisión que el país se encontraba en calma y que las Fuerzas Armadas seguían leales a su gobierno. Dijo: “Dos campamentos militares se han declarado en rebeldía contra el gobierno que tengo la honra de presidir. En interés de evitar innecesarios derramamientos de sangre intimo a esos señores a deponer su actitud antes de las 5 horas de la mañana”. A las 11 de la noche, el triunviro volvió a dirigirse al país, esa vez para informarle que “tropas de los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas tenían rodeados los Campamentos 16 de agosto y 27 de febrero, por lo que invitaba a los moradores civiles de esos lugares a abandonarlos.
Domingo 25 de abril: Caída del Triunvirato. Al amanecer del día 25 de abril, los militares rebeldes accionaron de nuevo. Tropas sublevadas asaltaron la Intendencia del Ejército Nacional, al tiempo en que otras unidades de uniformados insurrectos ocupaban las principales arterias de la ciudad de Santo Domingo. Alrededor de las 10 de la mañana del 25 de abril, tropas de infantería comandadas por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó penetraron al Palacio Nacional, en momentos en que los derrotados triunviros abandonan la sede del gobierno. A las dos de la tarde del 25 de abril de 1965, el doctor Rafael Molina Ureña, en su condición de presidente de la restituida Cámara de Diputados, tomó posesión como Presidente Provisional de la República, en tanto regresara al país el presidente Juan Bosch.Todo debió terminar ahí. Pero, los generales y coroneles de la Base Aérea de San Isidro estaban en total desacuerdo con el anunciado retorno de Juan Bosch al poder. Proponían en cambio la formación de una junta que llamaría a elecciones a término de 6 meses. Afirmaron que si antes de las 5 de la tarde de ese mismo día, los militares y políticos no renunciaban a la idea de reponer al presidente Bosch procederían a bombardear el Palacio Nacional. Vencido ese plazo, aviones vampiros y de caza P 51 comenzaron a descargar sus metrallas y arrojar sus bombas. Hasta aquí, lo más importante entre los sucedido desde la mañana del sábado 24 de abril y la del domingo 25. Resultado: la sublevación militar iniciada en la mañana del 24 de abril contra el gobierno de facto del Triunvirato devino en una guerra civil.