Sábato: un Whisky; Borges: Agua y un café

Sábato: un Whisky; Borges: Agua y un café

Fue en la calle Maipú, en Buenos Aires, en la misma donde vivía Borges, específicamente en el apartamento de Reneé Noetinger, amiga de ambos, donde Jorge Luis Borges y Emesto Sábato iniciaron un extenso diálogo que durante dos o tres horas, por varios días, fue grabando y compilando cuidadosamente el escritor Orlando Barone.

Era 1974 y verano en Buenos Aires. Hablaron de sueños y realidades; de Dios, del amor, sobre el tango, el teatro y el cine; de personas y personajes. Filosofaron y obviamente hablaron ampliamente de literatura. Se refirieron a Mark Twain, a Cervantes, a José Ingenieros, entre otros. Cada uno poniendo su punto de vista con la evidente diferencia ideológica que los separaba. Sábato: un liberal, un hombre de ciencia y a la vez de la literatura, involucrado en la problemática social de la Argentina de su época. Como muestra de esto último se puede tomar el llamado «Informe Sábato», documento titulado «Nunca Más» producto de la labor de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, presidida por el propio Sábato.

Borges, en cambio, se definió a sí mismo como anarquista, declarado anticomunista y quien dirigiera loas a uno de los gobiernos militares, ilegales y criminales de su país. Un genio que gustaba nadar a contracorriente y cuyas acciones y pronunciamientos, a veces, parecían más para provocar que producto de su convicción.

Borges y Sábato dialogaron, con la profundidad e inteligencia propias de ellos. Esta conversación fue recogida en un libro titulado: «Diálogos» que se encuentra en las librerías de Santo Domingo.

Uno y otro han visto la política, la literatura, en fin la vida de modos diferentes. Por eso en cualquiera de aquellas tardes memorables en que se producían estas conversaciones, Sábato pedía un whisky y Borges agua y un café.

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