MOSCÚ. EFE. La felicidad del ser humano no está en las palmas de las manos, sino en las yemas de los dedos, ya que son sus relieves los que permiten conocer el potencial y el destino de cada persona, según un sistema biotecnológico ideado por científicos rusos. “No se puede ir contra la naturaleza. Si te guías por tu naturaleza serás feliz. Si vas en contra, tropezarás una y otra vez con dificultades, y te acabarás arrepintiendo”, aseguró a Efe Ígor Spiridónov, director del Centro de Tecnología Biométrica de la Universidad Técnica Báumanskaya de Moscú. El sistema biométrico, llamado “Malajit” (Malaquita), se basa en la dactiloscopia, la ciencia que estudia las yemas de los dedos del ser humano, que presentan pliegues y dibujos epidérmicos que son intransferibles e irrepetibles. Los investigadores soviéticos utilizaron a finales del siglo pasado las características individuales de las crestas papilares de las yemas de los dedos para determinar las singularidades de cada persona. “Desde que la persona nace hasta que muere, esas características no cambian. Aparecen en torno a la semana 12, 14 y puede ser que hasta 16 semanas de desarrollo uterino del feto, junto al sistema nervioso”, explica el profesor, de 66 años. El sistema parte del principio de que “el hombre es un animal con reflejos” y bebe del trabajo del legendario fisiólogo ruso Iván Pavlov, galardonado con el Nobel en 1904 por su estudio sobre el estímulo y la reacción en perros. “Nuestro primer axioma fue que las crestas papilares son el indicador de la singularidad del sistema nervioso”, dijo.