Ginebra, EFE. La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó ayer que se ha registrado un nuevo caso de ébola en Liberia, país que el pasado 9 de mayo fue formalmente declarado libre de esta enfermedad. El portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, dijo en Ginebra que una prueba de ébola practicada a una persona fallecida en el estado de Margibi, en la costa central del país, dio positivo y que ahora se esperan más informaciones de las autoridades nacionales sobre este caso. La confirmación de la presencia del virus provino de un laboratorio de referencia en Liberia. La primera medida ha sido el envío a la zona donde murió la persona infectada de un equipo de especialistas del Ministerio de Salud. Jasarevic adelantó que Liberia tendrá que entrar nuevamente en una fase de 42 días (el doble de los 21 días de incubación del virus) sin que se detecte ningún caso nuevo “para estar seguros de que no hay transmisión del virus”. Uno de los pocos detalles que han podido ser confirmados es que la persona fallecida fue enterrada siguiendo los procedimientos de seguridad establecidos por la OMS, aseguró el portavoz. Durante la epidemia de ébola -que empezó en marzo de 2014 en Guinea y que todavía no ha podido ser erradicada de este país y de Sierra Leona-, los entierros inseguros fueron uno de los principales focos de contagio. Liberia ha sido el único de los tres países afectados por la epidemia de ébola donde se consideraba que la situación había sido totalmente superada, tras haber cumplido 42 días sin ningún caso. El Ministerio de Salud liberiano indicó la víspera en Monrovia que la víctima era un joven de 17 años, pero la OMS indicó que los detalles del caso todavía están bajo investigación. Se desconoce asimismo si se trata de alguien que contrajo el ébola dentro del país o que llegó infectado de alguno de los dos países donde el virus continúa circulando.
Piscinas, el efecto del cloro sobre los ojos
El cloro es un elemento químico con propiedades antisépticas que resulta imprescindible para mantener el agua de las piscinas limpia y protegida de las infecciones, pero precisamente por sus fuertes propiedades desinfectantes puede provocar irritación en los ojos, en la piel y en las vías respiratorias.
Normalmente, si el agua ha sido correctamente tratada y desinfectada, los bañistas no deberían sentir ninguna de esas molestias, pero la verdad es que el agua de las piscinas contiene contaminantes procedentes de los mismos bañistas, como el sudor, la orina, la saliva, piel muerta y productos cosméticos varios, como cremas, lacas, perfumes y desodorantes. Todos estos elementos pueden afectar nuestros ojos.
Por eso es fundamental lavarse y ducharse antes de entrar en la piscina, disponer de servicios cerca de la misma y, preferiblemente, utilizar un gorro de baño.
Si practica la inmersión es obligatorio usar gafas acuáticas, que protegerán sus ojos de los elementos desinfectantes que nos pueden provocar irritación y de los agentes contaminantes que pueden encontrarse en el agua. Con las gafas evita también que los ojos se enrojezcan y se irriten por la acción del cloro.
Además, una piscina debe estar correctamente aireada, ya que cuando el aire circula disminuyen las molestias provocadas por la acción del cloro, como el escozor en los ojos, que afectan sobre todo a las personas con los tejidos conjuntivos y la piel muy sensibles.
Si después de un baño en una piscina cubierta usted notara alguna irritación corporal, debe solicitar al personal responsable que aumente la renovación del aire del local, abriendo por ejemplo las ventanas, aunque ello suponga un descenso de la temperatura del recinto.
La típica infección bacteriana es la que se produce, por ejemplo, al nadar en una piscina. Algunas bacterias, como es el caso de las clamidias (Chlamydia trachomatis), no pueden ser eliminadas por el cloro y pueden provocar conjuntivitis en los nadadores. Algunos virus, como el adenovirus y el virus del herpes, también pueden provocar la llamada “conjuntivitis de las piscinas”. EFE
Amenaza al acceso de agua potable
Naciones Unidas. EFE. El 91 por ciento de la población mundial ya tiene a su alcance agua potable, un gran éxito de las políticas de desarrollo amenazado por el fracaso a la hora de ampliar el acceso a un saneamiento adecuado del que carece uno de cada tres habitantes del planeta.
En total, 2 400 millones de personas no tienen a su alcance un inodoro con mínimos requisitos sanitarios y casi 1 000 millones defecan usualmente al aire libre, según un informe presentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef.
Según estas organizaciones, ese fracaso amenaza con contrarrestar los beneficios en áreas como la supervivencia infantil que se esperaba lograr con la mejora en el acceso al agua potable: “hasta que todos tengan acceso adecuado a instalaciones de saneamiento, la calidad del agua se verá afectada y demasiada gente seguirá muriendo por enfermedades transmitidas o relacionadas con el agua”, señaló la directora del Departamento de Salud Pública de la OMS, María Neira.
Desde 1990, unos 2 100 millones de personas han obtenido acceso a saneamiento básico, aunque los objetivos de desarrollo del milenio buscaban reducir a la mitad el número de gente sin saneamiento.
“Nuestro fracaso en alcanzar la meta global de saneamiento es un fracaso a la hora de comprender y responder a normas culturales. No es sólo cuestión de construir inodoros. Tenemos que entender lo que lleva a la gente a usarlos o no”, explicó el director de Información, Investigación y Políticas de Unicef, Jeffrey O’Malley.