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“Hobbit” no es una nueva especie humana

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Los fósiles de una pequeña criatura con rasgos humanos que vivió hace 18.000 años en la isla indonesia de Flores son, en realidad, los de un hombre común que sufría microcefalia, indica un estudio publicado por la revista Science.

Al anunciarse el hallazgo del hombre en el 2003, los antropólogos señalaron que su estructura ósea representaba una nueva especie en el árbol genealógico humano y lo bautizaron con el nombre científico de «Homofloresiensis».

También, debido a su pequeño tamaño, los llamaban «Hobbit», en referencia al diminuto personaje de la novela y película «El señor de los anillos».

Robert Martin, primatólogo del Museo Field, de Washington, puso en tela de juicio esa conclusión al alegar que los huesos de «Hobbit» no representan, de ninguna forma, a una nueva especie de homínido.

Según el estudio, la explicación más probable es que los huesos pertenecieron a un humano moderno que sufría microcefalia, un problema patológico que se caracteriza por el tamaño pequeño del cerebro así como del cuerpo.

«Hobbit», también conocido con el nombre más corto de LB1, tenía un cráneo diminuto de adulto y un esqueleto parcial de alrededor de un metro.

Inicialmente, se consideró que era un enano derivado del Homo erectus, que vivió hace unos 1,8 millones de años.

Sin embargo, Martin manifiesta que para que LB1 sea una forma enana del Homo erectus, tendría que tener una estatura de más de 30 centímetros y poco más de dos kilos.

 El tamaño del cerebro es sólo uno de los problemas que ayudan a refutar la teoría de una nueva especie de homínido representada por LB1, según Martin. Otro asunto es el carácter avanzado de las herramientas de piedra encontradas en las cavernas donde fueron hallados los fósiles de «Hobbit».  Según James Phillips, curador del Museo Field y profesor de antropología de la Universidad de Illinois, el tamaño, el estilo y la artesanía de esas herramientas están vinculados al hombre moderno, el Homo sapiens.

«Estas herramientas son tan avanzadas que no hay forma de que hubieran sido confeccionadas por alguien distinto al Homo sapiens», señaló. EFE

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Rusia crea banco de humanos congelados
Rusia ha creado su primer banco destinado a conservar cerebros y cuerpos humanos congelados para quienes confían en que el progreso de la ciencia los resucitará en el futuro.

«La mayoría de las personas que viven hoy en día tienen posibilidades de alcanzar la inmortalidad física», afirma la empresa rusa KrioRus en su página web kriorus.ru.

Con sede en Alabúshevo, pequeña localidad en las afueras de Moscú, esta empresa congela cerebros humanos y los guarda en contenedores llenos de nitrógeno líquido, por el precio de 9.000 dólares más un abono anual de 500 dólares.  El banco cuenta con una instalación para la licuación de nitrógeno con contenedores especiales de acero en los que ya se conservan los cerebros de dos clientes, relató Danil Medvédev, director de KrioRus, al diario «Komsomólskaya Pravda».

El primer cerebro perteneció a Lidia Fedorenko, en vida maestra de matemáticas de San Petersburgo, fallecida a los 79 años a consecuencia de un infarto.

   El segundo es de un hombre de 60 años congelado por encargo de su hijo, un acaudalado comerciante ruso con ciudadanía suiza, quien ya apalabró la congelación de su cuerpo después de que muera junto a otra decena de personas en esa singular «lista de espera».

   La web de Krio Rus informa que la tarifa de congelación previa (hasta 78 grados bajo cero) de un cuerpo humano completo cuesta 49.000 dólares.

   Esta tarifa incluye el transporte del cadáver al Cryonics Institute de Michigan, Estados Unidos, que cuenta con las mejores instalaciones para la conservación a muy bajas temperaturas y donde se guardarán los cuerpos de los rusos congelados por KrioRus.

   La criobiología estudia el comportamiento de organismos o de sus partes a bajas temperaturas, mientras que la crioconservación es la tecnología que permite conservar el material biológico en un estado que, en particular, permite su uso para trasplantes o reproducción asistida.

   A la temperatura del nitrógeno líquido (-196 grados centígrados), las reacciones bioquímicas de los tejidos se detienen y no se producen procesos biológicos que puedan dar lugar a degradación o envejecimiento.

   El desarrollo de estas ramas de la ciencia y la tecnología ha despertado esperanzas de que en un futuro se podrán realizar proyectos que hoy en día no pasan de ser más que hipótesis de ciencia ficción.

   La creación de computadores con cerebros humanos, la recuperación de recuerdos de personas muertas a partir de la clonación de su tejido cerebral, y hasta la reanimación o «reconstrucción» de personas cuyos cuerpos se conservaron congelados durante años son algunas de ellas.

   En Rusia la legislación permite a las personas disponer a voluntad de su cuerpo y la conservación de órganos y cuerpos humanos congelados es legal. EFE

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Los monos, como el hombre, también planifican sus acciones
Algunos primates, como los monos y los orangutanes, tienen también, como el hombre, la capacidad de anticipar y planificar sus acciones, según un estudio divulgado hoy  por la revista «Science».

 El estudio, hecho por Nicholas Mulcahy y Josep Call, científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, indica que esos animales pueden «hacer un pequeño viaje en el tiempo» e imaginar sus necesidades futuras.

 Los científicos señalan que esa necesidad surgió hace unos 14 millones de años cuando vivió el último ancestro común de los seres humanos, de los orangutanes, de los chimpancés y de los bonobos, una especie de chimpancé de patas largas.

 En una serie de experimentos con esos animales, los científicos descubrieron que tenían la capacidad de seleccionar, transportar y guardar herramientas para usarlas en el momento necesario.

Los bonobos y los orangutanes podían escoger una herramienta apropiada para lograr un objetivo, llevárselo y regresar con ella para recoger otro.

 Según los investigadores, esto es una demostración de que los simios planean con anticipación en la esperanza de recoger futuras recompensas.

 Hasta ahora, la única prueba de una planificación a futuro en animales había sido dada por un tipo de pájaros (azulejos) que transportan su alimento de un lado a otro para un consumo futuro, según los científicos.

Sin embargo, entre los simios se agrega el hecho de que no sólo guardan su alimento anticipando una necesidad futura, sino que también se preocupan de tener las herramientas para conseguir ese alimento.

En su informe, los científicos explican que decidieron estudiar bonobos y orangutanes porque se considera que representan, respectivamente, nuestro más lejano y nuestro más cercano antecesor primate. EFE

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