Sabiduría: ¿Inteligencia o temor de Dios?

Sabiduría: ¿Inteligencia o temor de Dios?

MARLENE LLUBERES
EL logro de las metas trazadas impulsa al hombre a obtener una mejor preparación   y un mayor   conocimiento, convirtiéndose estos en su principal interés, lo que les impide dejar espacio para un genuino acercamiento a Dios.

Intelectuales, científicos, humanistas toman en cuenta la inteligencia, las experiencias, al hombre con sus ideales y circunstancias, tratando de llenar infructuosamente sus necesidades espirituales y emocionales con diversos análisis y conclusiones que redundan en beneficio del enriquecimiento de su acervo cultural y que, a la postre, no suplen estas carencias sino que acrecientan más esta búsqueda incesante. Ignorando la Palabra de Dios, aquella que es legado de vida para la humanidad, por entender que fue escrita por hombres y no percibirla como la voz de Dios, no buscan en ella soluciones, niegan su veracidad y, en consecuencia, anulan todo intento de aplicarla en la vida diaria y poner por obra lo que en ella se indica.

Sin embargo, si observáramos el cumplimiento de cada una de las profecías en ella anunciadas, comprenderíamos que la Biblia no es producto del intelecto o de una elevada conciencia humana, si no que es inspiración de Dios, aliento divino. El Espíritu Santo se posaba sobre hombres que, por amar a Dios, vivían conforme a El. Dios intervenía de forma sobrenatural en el funcionamiento psicológicoespiritual, de cada uno de ellos, moviendo su mente, corazón, memoria y voluntad de tal forma que pensasen y escribiesen únicamente lo que Dios quería que dijesen, aunque respetando siempre su estilo personal. El mensaje de las Sagradas Escrituras no nace de una opinión individual si no que cada escritor que participó en su elaboración fue movido por el Espíritu Santo, sin obviar aquellos dones del intelecto y de la sensibilidad que ha dado a sus criaturas. Por ser revelación de Dios, la Palabra es verdadera, viva y eficaz. Juzga la intención de nuestro corazón, es más cortante que una espada de dos filos, penetra hasta partir el alma y el espíritu, discierne los pensamientos e intenciones del corazón, es activa y efectiva.

Cuando ésta es dejada a un lado y Dios no es tomado en cuenta, el razonamiento humano es vano, carente del sentido eterno. Los más refinados planes de los hombres se deshacen al soplo de Dios. El los conoce de antemano y los puede impedir, según su parecer.

El hombre debe recibir la instrucción divina, sin importar la inteligencia o la cultura que posea, volviéndose como un niño, bajo la disciplina y gobierno de sus padres, dependiendo del cuidado de ellos. Es reposar en los brazos de Dios y depender humildemente de El.

El intelecto o la educación pueden conducirnos a la falsa independencia humana con respecto a Dios y a la tendencia a la autosuficiencia, conduciéndonos al orgullo y a la auto glorificación; pero, la esencia de la verdadera sabiduría reside en el conocimiento de los caminos y la voluntad de Dios, lo que nos lleva a vivir en armonía con las realidades hechas por El, haciendo el uso apropiado de la inteligencia y el conocimiento.

La sabiduría de Dios es mejor que las joyas, con ninguna cosa deseable puede ser comparada. Todas las cosas terminarán, pero la Palabra de Dios jamás pasará, sino que permanecerá para siempre. Conozcamos al Señor a través de ella, aprendamos a amarle y a entender que el temor a Dios es el principio de toda sabiduría y el apartarse del mal la inteligencia.

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