Sabios que se cuelgan de la brocha

Sabios que se cuelgan de la brocha

Rafael Acevedo

Un orate que pintaba el techo del internado, fue interrumpido por otro que le pidió prestada la escalera. ¿De dónde me agarro, le respondió el pintor? – “Agárrate de la brocha”, le respondió el importuno.
Rabanitos, personaje creado Schulz, se caracteriza por tener permanentemente una toallita en la mano. Que nos recuerda amiguitos que siempre se chupaban un dedo, o se lo metían en la nariz y que, como muchísimas gentes, tienen esos hábitos como soportes emocionales, sin los cuales piensan que no podrían vivir.
Marie Kondo, que exitosamente enseña cómo organizar nuestros guardarropas y hogares, deshaciéndonos de objetos inútiles, muestra cómo nos apegamos a objetos sin poder deshacernos de ellos sin dificultad.
Se trata de innumerables formas de fetichismo, de apego emocional o de atribución de propiedades curativas o de alguna especie a una gran variedad de objetos que son venerados, sacralizados y demás.
Incluso, ella misma, Marie Kondo, como millones de personas, están apegadas a ideas absurdas como el panteísmo (todo es dios, creen), confundiéndolo con el panpsiquismo: Todo lo que existe es energía. Y, si se quiere, toda energía es una forma de psiquismo y viceversa; pero no todo lo que tiene o es energía psíquica tiene el mismo nivel de autonomía y “consciencia”.
Intelectuales como José Ingenieros se refieren al ideal como si fuesen entidades, altares de la patria o de la humanidad. Similarmente, las academias son emocionalmente tratadas como templos. Las hermandades, los colegios de profesionistas, de similar modo.
Gente común suele apostar su estabilidad emocional en hábitos inocuos e inicuos, en zoquetadas, vicios, fanatismos y cosas sin más firmeza existencial que una brocha en un techo o una pared. Presencié en un culto de liberación a una señora que pidió que no la liberaran del cigarrillo: ¡Por eso no me oren!, imploró la mujer.
En una época emocionalmente difícil, mientras estudiaba en Austin, Texas, mi alegría del día estaba a menudo en cuántos hits bateó Carty la noche anterior.
A menudo el equilibrio emocional o existencial es puesto en personas, comidas, bebidas, el cafecito, en infinidad de amuletos y muletillas emocionales y espirituales.
Lo de ciertos sabios, no es diferente: demasiado a menudo colgados de la fama, o de su “propia auto comprensión heroica”, una alta valoración de sí mismos, a la manera de caudillos y grandes jefes militares, quienes en su pretendida grandeza construyen sus propias versiones del Olimpo.
Todos estos son fracasos espirituales, naufragios que llevaron a muchos intelectuales al existencialismo y el ateísmo. García Márquez, mientras recibía el premio Nobel expresaba su desilusión, por ser, como todo hombre, según él, un juguete del azar.
Estos hombres de luces carecen, sin embargo, del conocimiento de Dios, y de la magnífica lógica interna de de su Plan con respecto al hombre. Mueven a compasión por la inmensa soledad en que viven, por su afanosa búsqueda y cultivo de lo irreal, al costo del abandono absoluto de sus propias posibilidades de una vida mejor y eterna. Cuales pececillos en aguas contaminadas… en evaporación acelerada.

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